Tras reunirse con Javier Fernández, García Vigón señaló que el Estado del Bienestar es insostenible sin aplicar estímulos a la economía. Ante el debate sobre los impuestos, el presidente de la patronal declaró que Asturias está a la cabeza de España en presión fiscal, así que el incremento tributario puede provocar un daño irreparable a las empresas. Para ejecutar el ajuste, el jefe de los empresarios anima a recortar gastos público, sin que haya capítulos tabú.
La política del ajuste puro y duro puede llevarse a cabo en países con una tasa baja de desempleo, porque la reducción del déficit provoca un aumento del paro asumible. España, con un desempleo del 24%, está en una posición opuesta, de modo que la política de austeridad radical causa graves daños sociales y, lo que es peor, resulta ineficaz ya que con poca población empleada la recaudación fiscal es tan escasa que no se pueden equilibrar las cuentas. El día que Alemania permita introducir estímulos en la actividad económica habrá más empleo, se recaudará más y bajará el déficit público. Hasta que Merkel no dé el visto bueno seguiremos atados a la “ley de la anorexia”, que consiste en gastar poco, perder empleo, recaudar menos y soportar un déficit superior al previsto, que hay que financiar con créditos más caros que consumen más recursos, luego hay que recortar nuevamente el gasto y así hasta quedar en los huesos. Si nos decidimos por calentar la economía sin permiso de Alemania y el Banco Central Europeo (perdonen por la redundancia), los acreedores huirán y nuestro país será intervenido por los mismos que convierten en dogma “la ley de la anorexia”. Negro porvenir.
Atrapados en ese círculo infernal no queda otro remedio que subir algún impuesto para reducir el déficit, aunque la advertencia de García Vigón es oportuna, ya que el último Gobierno de coalición de la izquierda dejó a Asturias a la cabeza de Europa en el tipo marginal del Impuesto sobre la Renta, sólo por detrás de Cataluña. Hay que subir los tributos con mucho tacto, al igual que hay que acometer rebajas de gasto selectivas, porque del impulso de las administraciones dependen muchos empleos. No nos podemos permitir el lujo de perder puestos de trabajo, porque por esa vía ni se soluciona el déficit público ni se recupera el bienestar. No creo que se discuta sobre esto en la concertación social.