Tras la reunión de la comisión ejecutiva de la Federación Socialista Asturiana (FSA), Javier Fernández ha anunciado que el congreso de los socialistas asturianos se realizará en el mes de septiembre, sin aclarar si se presentará a la reelección como secretario general. Sobre los principales asuntos de la actualidad, el presidente ha dicho que el Principado está en diálogo permanente con el Gobierno central sobre el ajuste fiscal; Javier Fernández considera lógicas las manifestaciones de los mineros, pero advierte sobre la necesidad de evitar los excesos.
Los resultados electorales refuerzan o cuestionan los liderazgos internos. Si los comicios del 25 de marzo hubieran dejado al PSOE en la oposición, Javier Fernández habría renunciado a ejercer otro mandato como secretario general del partido. La victoria electoral y la posterior investidura como presidente le abren las puertas a la renovación como líder de los socialistas. Lo más lógico es que Javier Fernández se presente a la reelección y que el congreso de la FSA lo reelija por abrumadora mayoría. En el resto de regiones, el dirigente socialista que ejerce de jefe del Gobierno o de líder de la oposición es, a la vez, secretario general del partido. En Asturias se siguió un camino distinto, porque los secretarios generales no fueron nunca aspirantes a la Presidencia del Gobierno. Suso Sanjurjo, Luis Martínez Noval y Javier Fernández aceptaron que Pedro de Silva, Juan Luis Rodríguez Vigil, Antonio Trevín y Álvarez Areces fueran los candidatos a la cabecera del Gobierno regional. En Asturias, el socialismo optó por la bicefalia, hasta que en los comicios de mayo de 2011 Javier Fernández saltó a la arena electoral. Tras un año político muy convulso, con una dura derrota y una balsámica victoria, no creo que los socialistas afronten una operación sucesoria. El retorno a la bicefalia sería una operación artificial, porque el auténtico líder del partido seguiría siendo Javier Fernández.
De haber tenido una suerte adversa en las urnas, lo más probable es que el propio Javier Fernández hubiese avalado el cambio generacional en el partido, respaldando a un secretario general de cuarenta años. Esa operación queda aplazada hasta el siguiente congreso. Cuando las instituciones están zarandeadas por la crisis económica no es prudente hacer cambios en la propia casa.