En plena canícula del verano, cuando la actualidad venía marcada hace años por las hazañas del “famoseo”, Rajoy toma “in extremis” la decisión de prorrogar la ayuda de los 400 euros a las 211.000 personas que agotaron la subvención del desempleo y no tienen ningún tipo de recursos. Una medida que salva de la impiedad oficial al colectivo más necesitado de recursos de España. En un escenario más amplio, hemos conocido la caída de las economías de la eurozona, que experimentaron un decrecimiento medio del 0,4% en el segundo trimestre del año con respecto al mismo periodo del año anterior. Una situación dramática a la que corresponden respuestas también dramáticas como los 400 euros contra el hambre.
Dentro de este panorama desolador, las comunidades autónomas están de oyentes. Algunas de ellas, las más endeudadas, como Cataluña o Valencia, aplican recortes sociales que tienen como primera consecuencia el crecimiento del paro y la reducción de ayudas. Los ajustes que aplican responden a planes del Ministerio de Hacienda que fija los deberes para todos los gobiernos regionales. No se conoce ninguna iniciativa propia de las autonomías contra la crisis, limitándose todas a recortar gastos ante la mirada supervisora de Cristóbal Montoro.
En Asturias, las cuentas públicas no presentan un estado tan comatoso como en otras regiones, aunque participa de la caída de ingresos y de la sequía inversora. La actividad del Principado depende del logro de un crédito de 423 millones de euros que la consejera de Hacienda espera obtener de las entidades bancarias. En caso de fracasar la iniciativa quedaría abierta la puerta del Fondo de Liquidez Autonómica, creado por el Gobierno central para comunidades autónomas insolventes. Dolores Carcedo es moderadamente optimista, aunque las negociaciones con los intermediarios financieros se prolonga ya algunas semanas. La consejera dice que el retraso en la negociación no supone ninguna demora en las inversiones del Principado, ya que en el plan de ajuste se hizo una reordenación de las inversiones. Un eufemismo (“la reordenación de las inversiones”) que explica el principal instrumento del ajuste: la dilación de las actuaciones para ahorrar recursos y combatir el déficit. Cuando se trata de números no hay muchas alternativas. Resta por ver si el dinero sale del mercado o del Estado.