El Principado hace balance de los cien primeros días de mandato. Como es obvio tiene las características subjetivas de una valoración de parte, ya que el propio examinado se pone la nota. Hay algunos juicios grandilocuentes, como afirmar que se ha “dado respuesta desde las instituciones autonómicas a la gran recesión económica mundial”. Por desgracia, no está en la mano de los gobiernos regionales hacer frente a retos tan gigantescos, debiendo conformarse con gestionar los servicios públicos que están bajo su competencia. Ante la crisis económica se siente impotente medio mundo y Asturias no es una excepción. Estamos a merced de los acontecimientos. Presentar como un acierto la respuesta global a la recesión y destacar, como logro concreto, los dos millones de euros en ayudas para libros escolares es un tanto chocante.
Si refrena la afición por los juicios retóricos, el Ejecutivo de Javier Fernández sí puede presentar un balance de aspectos positivos. No se trata de cosas mensurables, pero no por ello menos tangibles. En primer lugar, el clima político de la región. La batalla entre el Ejecutivo de Cascos y la oposición en el Parlamento había producido un hastío general, porque el ciudadano medio no soporta las peleas en el interior de las instituciones sin dar respuesta a sus problemas. La gente no entra en distingos entre partidos, ni está en condiciones de lanzar veredictos de culpabilidad, pero cuando el debate político entra en un callejón sin salida (final del anterior mandato) agradece el cambio de clima. Javier Fernández ha adoptado una estrategia inteligente, evitando chocar con los partidos de oposición, con los alcaldes, con los agentes sociales y con el Gobierno de España. También tuvo el acierto de aprovechar la disputa entre Rajoy y Cascos para lograr el aval de Montoro al ajuste aplicado en la prórroga presupuestaria. Recuerdo que cuando ganó la Secretaría General de la FSA, en el discurso ante los delegados al congreso, Javier Fernández se preguntó, “¿Quién es mi enemigo?”. Ahora podría repetir lo mismo ante los actores de la vida pública regional.
El Principado dice que logró la pacificación. Pues bien, ahora le toca sacar los frutos de esa labor sacando adelante los presupuestos de 2013 y firmando acuerdos con los sindicatos de la Administración que no impidan la reforma del sector público.