La dirección nacional del PP está molesta por la profusión de candidatos a la Presidencia del partido en Asturias, que se verán las caras en el congreso regional. Mercedes Fernández, actual líder de la organización, tendrá que competir con Manuel Pecharromán y Alejandro Arias. A los mandamases de Génova les hubiera gustado la presentación de un solo candidato (candidata) para dar imagen de unidad, aunque hace mucho tiempo que en la organización asturiana no hay consenso. El aparato del partido considera que la pluralidad de candidatos no es un buen mensaje ante las elecciones vascas y gallegas, donde tendrá Rajoy su segundo test electoral como presidente, tras la doble cita del 25 de marzo, en los comicios asturianos y andaluces.
Los dirigentes “peperos” de la sede central de la madrileña calle de Génova piden un imposible: unidad tras el rotundo fracaso. En todo lo que ocurrió en la organización asturiana desde el verano de 2010 tiene una inmensa responsabilidad la dirección nacional del partido. Tenían un candidato ganador y lo marginaron; se inventaron una candidata a la Presidencia del Principado que no tenía capacidad para el cargo y se llevaron un batacazo terrible; permitieron que su grupo parlamentario en la Junta General del Principado se sumara a la oposición de izquierdas para impedir gobernar a Álvarez-Cascos y sufrieron otra derrota brutal en las urnas; impidieron el acuerdo del centro-derecha (Foro-PP-UPyD) tras las nuevas elecciones, con la burda amenaza del ministro de Hacienda de intervenir en las cuentas asturianas, lo que dio paso al Gobierno socialista. Y después de esa cadena de errores quieren que los militantes del PP regional estén satisfechos y esperanzados. La deriva del partido, en manos de Ovidio Sánchez y Gabino de Lorenzo, pudo ser corregida desde Madrid, pero desde Génova se prefirió mirar con complacencia toda la cadena de disparates que llevaron al divorcio con su electorado, algo que no sucedió en ninguna otra comunidad autónoma.
Con todo lo que sucedió en la organización asturiana, impedir el debate abierto sobre distintas opciones es muy poco inteligente. Los delegados deben expresarse con total libertad y tener capacidad de escoger. Tras la doble derrota en las urnas autonómicas, convertir el congreso en un expediente administrativo es la mejor forma de no salir del pozo.