Los socialistas celebran su congreso el próximo fin de semana. La cita llega en un momento de gran estabilidad de la organización, derivada de la victoria en los últimos comicios autonómicos que llevaron a Javier Fernández a la Presidencia del Principado. No hay duda sobre la continuidad del secretario general de la FSA en su puesto, aunando en su persona el doble liderazgo institucional y de partido, una situación desconocida en el socialismo asturiano en toda la etapa autonómica. A partir de esa premisa el congreso está orientado hacia la continuidad, correspondiéndole a otros partidos mover pieza.
Algunos dirigentes del Partido Socialista reflexionan sobre la necesidad de configurar una comisión ejecutiva fuerte para los tiempos que vienen, con el objeto de impedir que el partido quede diluido ante la presencia diaria del Gobierno socialista y ante la necesidad de tener que tomar decisiones importantes en algunas juntas locales, que tendrán sus respectivos congresos tras el cónclave regional. Siempre es bueno que el órgano de dirección de un partido tenga peso político, una premisa que nadie osó cuestionar con la excepción de Zapatero que formaba equipos tan evanescentes que se esfumaban ante cualquier problema complejo. Nadie cuestiona la necesidad de tener un grupo de dirección sólido, pero la experiencia enseña que la razón última de escoger a unos dirigentes o a otros reside en los equilibrios internos de las organizaciones. En esta coyuntura, Javier Fernández concentra todo el partido del partido y tiene un amplio margen de discrecionalidad para escoger al equipo dirigente.
Evitar la supeditación del partido al Gobierno es un intento que nace fallido. Sobre este asunto hay que tener las ideas claras. Al igual que en sus sesiones tácticas los entrenadores de fútbol distinguen entre dos situaciones -el balón lo tiene el equipo o está en los pies del adversario-, en política los partidos tienen papeles distintos según estén en el gobierno o en la oposición. En Asturias, la iniciativa la tiene el Principado y la dirección de la FSA respaldará sus políticas. En la actual etapa el papel del partido es subsidiario. Los problemas que surjan en las juntas locales los solucionará la dirección del partido, según el criterio que exponga Javier Fernández. La autoridad del Gobierno acrecienta el liderazgo interno.