Los partidos se posicionan ante la cuestión catalana. CiU va a proponer el referéndum sobre la soberanía de Cataluña; el PP aparca el proyecto de revisar el modelo de financiación autonómica; el PSOE quiere reformar la Constitución para convertir a España en un estado federal. De los tres planteamientos el único coherente es el del nacionalismo catalán, que tras el fiasco en la entrevista con Rajoy se apresta a convocar elecciones anticipadas para ganar escaños y retomar el pulso con el Estado en mejores condiciones. El PP da un paso para adelante y otro para atrás; no tiene sentido ofrecerle a Artur Mas el cambio del modelo de financiación y, a renglón seguido, olvidarse de la propuesta. Nadie se cree que Rajoy no abra la discusión sobre el reparto de fondos entre las comunidades autónomas tras las próximas elecciones catalanas. Se puede anticipar que la mejora de la financiación catalana será su gran argumento para desactivar la campaña del nacionalismo catalán por la independencia.
La bandera del federalismo que ahora levanta Rubalcaba vino precedida de iguales planteamientos por parte de personajes y medios cercanos al socialismo. Podemos decir que es la respuesta oficial del “progresismo” español al discurso nacionalista. Llama poderosamente la atención la incapacidad de la izquierda para leer lo que está pasando. La llamada a la autodeterminación o la independencia no surgió cuando el Tribunal Constitucional dejó hecho trizas el “Estatut”, sino ahora cuando se ven arrollados por la bola de nieve de las deudas, con plazos de cumplimiento de pagos que no pueden atender. Lanzan las soflamas sobre independencia, como si de esa manera quedaran liberados de su insolvencia.
Cataluña gobernó muchos años con un sistema de financiación menos generoso que el actual, recibiendo mucho menos dinero del IRPF, del IVA y de los Impuestos Especiales, y gestionando los mismos servicios que ahora. En los años del boom económico el tripartito de Maragall tiró de largo y dejó una herencia de deudas que no ha hecho más que crecer, y ahora piden gestionar el 100% de la recaudación tributaria, porque en caso contrario se separan de España. ¿Es serio ese planteamiento? Para resolver el conflicto llega Rubalcaba y propone la dieta del federalismo que no le gusta al nacionalismo (quieren la asimetría) y añade nuevos problemas.