A última hora de la tarde 6.000 personas pugnaban por acercarse al Congreso de los Diputados, que estaba defendido por 1.300 policías. 4,5 manifestantes por cada agente del orden, una ratio de máxima seguridad para los diputados. Escudos y cascos protegen de una potencial lluvia de huevos, pero no sirven para detener el descrédito de los representantes del pueblo en un país que se acerca a los seis millones de parados. El mismo día de la convocatoria popular en Madrid, Artur Mas llamaba a las urnas en Cataluña. El próximo 25 de noviembre se celebrarán unas elecciones decisivas, con los grupos políticos divididos en dos bloques, los defensores de la Constitución democrática y los partidarios de crear un nuevo estado europeo al otro lado del Ebro. Desde Andalucía también se mandaba una señal preocupante en forma de rescate, al solicitar ayuda por valor de 4.906 millones de euros al Gobierno central. El Fondo de Liquidez Autonómica, que prepara Cristóbal Montoro con 18.000 millones, queda casi cubierto con las peticiones de Cataluña, Valencia y Andalucía. El Gobierno ha asegurado que va a auxiliar a todas las regiones que lo requieran –sólo tres comunidades lo han descartado-, pero ayer nos hemos enterado que el déficit de la Administración central, al finalizar agosto, era ya de 50.132 millones, el 4,77% del PIB, por encima del máximo comprometido para todo el año. Como ya hemos dicho en alguna otra ocasión: un enfermo ayudando a una cuadrilla de moribundos. Leídas las líneas precedentes brota sola la conclusión: martes negro.

Una montaña de problemas, entre los reales y los que nos inventamos. La crisis económica es un hecho real, que no da margen para la evasión. Al desempleo masivo se unió la espectacular subida del déficit que nos dejó una deuda de difícil devolución. Para romper el círculo vicioso, formado por el paro y el déficit, se acudió a la salida de las exportaciones, pero es difícil vender fuera cuando la mayor parte de Europa bordea la recesión.

En un contexto tan angustioso resulta intolerable que el partido nacionalista que gobierna Cataluña plantee el dilema de la autodeterminación, como si fuera un lance menor. El cuadro de incertidumbres que rodea a España se espesa con nuevos interrogantes abiertos por los desleales que pretender dar un portazo para liberarse de los 44.000 millones de euros que adeudan.