El peso del nacionalismo en Cataluña ha ido ganando peso en la democracia. Durante casi toda la etapa autonómica ha gobernado CiU, con la excepción de dos mandatos, entre 2003 y 2010, en que la Generalitat estuvo en manos de un gobierno tripartito encabezado por los socialistas. La incorporación de la izquierda (PSC y ICV) sirvió para impulsar una política aún más nacionalista, con el nuevo “Estatut” como principal fruto. Al retornar CiU al gobierno se encontró que la causa de la “nación catalana” había avanzado mucho de la mano de Maragall y Montilla. El próximo día 25 se cumplen 32 años del autogobierno catalán, que se ha ido ampliando año tras año, mientras se desdibujaba la idea de España. La causa del imparable crecimiento de las ideas nacionalistas está en la educación, que supuso un lavado de cerebro para las nuevas generaciones. No se puede objetar nada a que un consejero de educación de un partido como CiU manipule la historia y la geografía (el Ebro es presentado en los manuales catalanes como un río corto), pero resulta increíble que los sucesivos gobiernos de PSOE y PP se hayan lavado las manos permitiendo que se excluya al castellano en la educación, aunque los padres quieran educar a sus hijos en la lengua de todos. Entre los canales de televisión autonómica, las radios y los colegios se produce una espectacular manipulación de la realidad y eso se refleja en las urnas. No entiendo qué barbaridad dijo el ministro de Educación, Wert, al defender que a los alumnos hay que transmitirles la doble identidad catalana y española, como se desprende de la Constitución. En los colegios asturianos se educa en la pertenencia a Asturias y a España, y allí debería pasar lo mismo.

Los gobiernos españoles, sin excepción, siempre siguieron la tácita de no molestar al tigre. Un calco de la política del apaciguamiento de Chamberlain con los nazis. Por encima de todo, no irritar al nacionalismo, aunque sea a costa de falsificar la verdad. Tres décadas de continuas concesiones políticas y económicas.

Artur Mas ha adelantado las elecciones tras el fracaso rotundo de su Gobierno. La Generalitat está arruinada y no tiene dinero para pagar los sueldos de los funcionarios ni el suministro eléctrico de hospitales y colegios. Sin embargo, con la mística del nacionalismo ganará las elecciones, mientras Rajoy le paga las facturas.