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Juan Neira

LARGO DE CAFE

VICIOS Y ERRORES

El mandato de los actuales síndicos ha finalizado hace año y medio, pero imitando el proceder de los magistrados del Tribunal Constitucional siguen en sus puestos después del plazo de caducidad. No acaban ahí las anomalías de la Sindicatura de Cuentas, ya que los titulares de la institución han quedado reducidos a dos, desde que Mercedes Fernández dejará la plaza para encabezar la candidatura del PP a las elecciones generales del 20 de noviembre de 2011. Un órgano encargado de la realización de controles de legalidad está en la más absoluta de las irregularidades, pero no pasa nada.

Este esperpento ha sido posible porque la Sindicatura de Cuentas se ha estructurado como un órgano de partidos, donde los grupos parlamentarios delegan en hombres o mujeres de confianza. Sólo se puede renovar la Sindicatura si hay antes un acuerdo entre la cúpula de los partidos, y las sucesivas elecciones autonómicas (mayo de 2011 y marzo de 2012) no facilitaron la negociación. En mayo de 2011 ganó los comicios Foro y los partidos instalados dejaron el órgano en vía muerta; ahora, a los cinco meses de iniciarse el nuevo mandato, se abre la puerta a un nuevo pacto. Lo más sensato es acabar con la terna de síndicos y nombrar uno solo por consenso. Creo que de esa forma podría estar al frente de la institución una persona que reúna dos características: aunar conocimiento y experiencia en la auditoría de cuentas y no haber tenido nunca militancia partidaria.

El trabajo de la Sindicatura de Cuentas ha servido en Asturias para atizar las controversias políticas, al convertirse sus informes en munición para la oposición parlamentaria. Como el grupo liderado por Ovidio Sánchez, en la Junta General del Principado, no hacía una labor opositora muy creativa, aprovechaba el trabajo de la Sindicatura para lanzarse sobre los “chiringuitos” socialistas. Curiosamente, nunca se detuvo la crítica sobre los chiringuitos del Ayuntamiento de Oviedo, porque ya se sabe que el Consistorio de Gabino de Lorenzo era un modelo de control económico y tenía todos los papeles en regla. Con estos antecedentes, no me extraña que para muchos ciudadanos lo más acertado sea disolver la Sindicatura de Cuentas, y así nos ahorramos unos millones de euros y muchas disputas marcadas por el sesgo de los informes. Si queremos auditorías serias, ahí está el Tribunal de Cuentas.

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por JUAN NEIRA

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