Recién finalizado el congreso regional del PP, Mercedes Fernández lanzó una carga de profundidad contra la presidenta de la Junta Local de Gijón, al acusar a Fernández Pardo de haber puesto trabas a la asistencia de los compromisarios al congreso. A la reunión estaban convocados 987 militantes y hubo 140 ausencias; Mercedes Fernández tiene que tener datos concretos para saber que la mayor parte de las ausencias procedía de Gijón. El hecho en sí no debe de extrañar, ya que todos los delgados gijoneses habían avalado la candidatura de Manuel Pecharromán, y la retirada de este es un motivo de suficiente importancia para desanimar a sus seguidores a participar. Ahora hace falta saber si además de estar desanimados fueron presionados o condicionados por la presidenta local para no viajar a Oviedo.
Desde que se convocó el congreso, el foco de interés estaba en Gijón. Mercedes Fernández está respaldada por Rajoy, y ese apoyo bastó para que todos los responsables regionales del PP cerraran filas en torno a ella. El PP es un partido muy jerárquico, y la autoridad del máximo dirigente no se discute. El propio Rajoy accedió a la condición de líder por decisión personal de Aznar, algo que en otros partidos sería inconcebible. En el caso asturiano, la opinión mayoritaria fue contestada por la Junta Local de Gijón, que presentó candidato (imaginar que Pecharromán oficializó la candidatura libremente por su cuenta atenta contra el sentido común) para dar la batalla. El tradicional aislamiento de la Junta de Gijón se convirtió en una barrera para que Pecharromán captara los avales necesarios por las ciudades y pueblos de Asturias, acabando por arrojar la toalla. Finalizado el congreso, la tensión entre la dirección regional y la local continúa su curso.
El nombramiento de una gestora que sustituya a la Junta de Gijón parece imparable. En política, cuando se crítica en voz alta es para sacar las oportunas consecuencias. Los puentes entre las dos dirigentes populares están rotos desde hace muchos años, así que no cabe la cohabitación. Ahora bien, puesta la gestora, se inicia una etapa muy difícil, ya que lo que no está en manos del aparato es sustituir a los concejales. Ahí va a hacer falta mucho tacto por parte de la dirección regional, porque se entienden los problemas con un dirigente, pero no se acepta cambiar el voto de una ciudad.