Lo que se acuerde hoy en la junta local del PP de Gijón va a decidir las relaciones entre la dirección regional del partido y la organización gijonesa. Dar por no recibidos los mensajes lanzados por Mercedes Fernández y su equipo servirá para precipitar la formación de la comisión gestora, alternativa que baraja la presidenta del PP. En los partidos grandes, los enfrentamientos entre los dirigentes regionales y locales se saldan a favor de los primeros. Los miembros de la junta gijonesa tienen que pensar que las amenazas veladas de la nueva dirección cuentan con el respaldo de Génova, ya que sería impensable el nombramiento de una gestora contra el criterio de Dolores de Cospedal, número dos del PP nacional, que visitó Asturias unos días antes del congreso para ver si las cosas estaban en orden.

El conflicto tiene una salida fácil, si Pilar Fernández Pardo renuncia a la presidencia local y deja la vía abierta en el partido para la renovación. Es muy probable que miembros de la junta local también vean bien que Fernández Pardo dé el relevo a otro dirigente, aunque no lo verbalicen en la reunión, porque en el partido no hay un mínimo de democracia interna que permita hablar con libertad sin temer represalias. Dentro de pocos meses se van a cumplir los diez años de permanencia de Fernández Pardo en la presidencia local, un tiempo suficientemente largo como para pensar en el relevo, máxime cuando los resultados electorales no acompañaron. Un paso tan importante no se da sin que haya por medio un proceso de negociación. A las dos partes, dirección regional y local, les interesa alcanzar una solución satisfactoria sin utilizar medidas de fuerza, que desgastan a los dirigentes y dañan la imagen del partido.

Para que la líder local abandone la presidencia de la junta es preciso darle garantías sobre el normal desarrollo de su labor institucional, como concejala gijonesa. Renunciar al escudo del partido para quedar a la intemperie en el escaño sería un suicidio sin alcanzar, previamente, un acuerdo. Si alguien piensa que va a ceder el mando sobre la organización, para más tarde entregar el acta de concejala, es que no conoce a Fernández Pardo. Luchó mucho para salir adelante en política; aprovechó la rendija creada con aquella precipitada dimisión de Martínez Oblanca, como para quedar ahora relegada a la condición de simple ciudadana.