La convocatoria de huelga se inscribe dentro de una movilización europea, aunque no creo que haya un solo trabajador que se sume a la protesta pensando en lo que ocurre más allá de nuestras fronteras. La prueba de que el llamamiento es rigurosamente nacional va a estar en los pareados que se griten en las manifestaciones, con las alusiones centradas en el Gobierno y la banca. El paro llega a los siete meses de la anterior huelga general, convocada contra la reforma laboral.
La huelga general llega precedida de un sinfín de protestas, paros, concentraciones y encierros que jalonan la actualidad diaria, porque toda España se ha convertido en el escenario de una gran bronca sindical contra las medidas tomadas por el Gobierno central y los ejecutivos autonómicos. Nunca en la historia de España hubo tanta queja ante las decisiones públicas, sin verse afectado, en igual medida, el sector privado, auque la lista del paro proviene, fundamentalmente, de este sector. A todo ese conjunto de protestas se suma estos días la problemática del desahucio, que aunque no pertenezca al ámbito de las relaciones laborales viene como anillo al dedo, porque los lemas de la huelga de general parecen más pensados para el desahucio que para protestar por los 5.700.000 desempleados de la última encuesta de población activa: “nos dejan sin futuro; hay culpables; hay soluciones”. Lo firmaría cualquier familia expulsada de su vivienda.
La primera aseveración del slogan –nos dejan sin futuro- es tan genérica que resulta difícil asignarle un sujeto concreto. ¿Quién nos deja sin futuro? A una pregunta tan amplia la respuesta es el sistema capitalista, pero a ver quién es capaz de presentar una alternativa que no lleve a la miseria y la ausencia de libertad. En las pancartas que abrirán paso a las manifestaciones vespertinas también se dice que hay culpables y que hay soluciones. La responsabilidad de la crisis económica no es española, aunque la han agravado las medidas tomadas desde la Moncloa. Lo más desasosegante del asunto es que las decisiones que más nos hundieron en el pozo fueron las medidas de reactivación del año 2009 (planes de gasto que fabricaron más déficit que empleo), y contaban con el beneplácito generalizado. En cuanto a las soluciones, tengamos la humildad de reconocer que no hay una sola hoja de ruta que no comporte enormes sacrificios.