La Fade ha dado su parecer sobre los presupuestos del Gobierno regional para 2013. Alberto González, secretario general de la patronal, ha hecho un análisis semejante al realizado en los últimos ejercicios, reconociendo la mejora de las cuentas asturianas en comparación con las del resto de las comunidades autónomas, pero señalando defectos que no terminan de subsanar los distintos gobiernos asturianos. A la patronal le parece que el Principado no hace un esfuerzo suficiente en el recorte de gastos y planifica ingresos tributarios con excesiva alegría. Alberto González considera que es un error elevar la presión fiscal por encima de los niveles en que está situada en las regiones vecinas, creando un riesgo de deslocalización de empresas y personas físicas. Pese al incremento de tipos impositivos, para el secretario general de la Fade la previsión de ingresos es optimista, así que no será fácil ejecutar todas las partidas de gasto. Aboga por rebajar los gravámenes fiscales y afrontar un recorte de gastos de la mano de la racionalización de los servicios públicos.
Es difícil discrepar del análisis de Alberto González. La mayoría de las instituciones internacionales y los gabinetes de estudio predican esas recetas para las comunidades autónomas: contener el gasto corriente, fijar una presión fiscal que no dañe la competitividad de las empresas y reducir el endeudamiento. Hasta el inicio de la crisis del petróleo (1973), esas fórmulas estaban proscritas, porque las políticas keynesianas eran hegemónicas en Europa. A partir de la segunda crisis del petróleo (1979), se vio que las recetas de Keynes no servían para luchar contra la estanflación (recesión e inflación, simultáneamente), y las políticas de la estabilidad y los presupuestos equilibrados devolvieron la prosperidad a Europa.
Ante la actual crisis hay diversidad de opiniones; en los EEUU se apuesta por el gasto público y la inversión, y en Europa por la austeridad. En España no tenemos alternativa; carecemos del paraguas del dólar y estamos encadenados al euro, que es como se llama al marco cuando traspasa las fronteras alemanas. Si se desoye a Alberto González, podemos terminar en suspensión de pagos. Es una pena que la credibilidad de ese discurso quede empeñado por el apoyo de la Fade a otro presupuesto aún más criticable: el de la concertación social.