El Gobierno central ha acordado llevar al Tribunal Constitucional el impuesto sobre los depósitos bancarios aprobado por el Principado. Soraya Sáenz de Santamaría ha afirmado que no se pueden crear tributos en leyes de presupuestos (como hizo el Ejecutivo de Javier Fernández) y que la norma asturiana tiene efectos retroactivos sobre los fondos depositados a lo largo de 2012. Al igual que el Ministerio de Hacienda, la vicepresidenta del Gobierno dice que actúa en defensa de la homogeneidad del mercado, para que todos los ciudadanos estén afectados por la misma normativa fiscal. Por su parte el Gobierno regional afirma que para el Ejecutivo de Rajoy, la prioridad son los bancos, no los ciudadanos.
Si el Tribunal Constitucional actuara con celeridad nos quedaríamos libres de una polémica estéril, pero me temo que todavía nos queda mucho tiempo de escuchar la misma murga. La vicepresidenta es abogada del Estado, así que sabe un rato largo de leyes, pero me parece que no es la primera vez –ni será la última- que un gobierno autonómico incorpora un tributo en una ley de presupuestos. La famosa igualdad de los ciudadanos ante Hacienda es pura retórica, porque desde que se constituyó el Estado de las Autonomías cada región fue dotándose de una dieta fiscal propia. Las diferencias tributarias entre Asturias y Madrid, por ejemplo, son tan grandes como entre dos regiones de distintos países, sin necesidad de introducir el impuesto a la banca como rasgo diferencial. Los argumentos de Sáenz de Santamaría no me parecen muy consistentes. En cuanto a la acusación del Principado (la prioridad de Rajoy son los bancos, no los ciudadanos), me parece más propia de un mitin que de cualquier discusión que pretenda tener una mínima solvencia intelectual. Todo el mundo sabe que la tasa que se ponga a los bancos será repercutida a los titulares de los depósitos, así que el tributo es criticable por dos razones: grava los recursos de los ciudadanos y crea una dificultad a las entidades financieras de la que están libres en otras regiones.
Como se va a discutir sobre la reforma del sistema de financiación es bueno reflexionar sobre el verdadero sostén de las regiones. Hasta el otro día los gobiernos autonómicos vivían, en gran medida, de sus impuestos, pero en la actualidad todos viven del crédito barato del Estado. ¡Para qué tantas trifulcas!