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Juan Neira

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MERCEDES, PILAR Y LOS PRESUPUESTOS

Desde que quedaron aprobadas las cuentas del Principado, el pasado 28 de diciembre, la atención política regional se centró en el debate sobre los presupuestos de Gijón, ya que al interés inherente a las cuentas se sumaba la propia peripecia política de la Corporación gijonesa, gobernada por Foro, con el apoyo intermitente del PP. Tras el suspense creado con las exigencias de la dirección regional de Mercedes Fernández, los presupuestos fueron aprobados por los grupos municipales del centro-derecha y el rechazo de la izquierda.
La aprobación de las cuentas conlleva el crecimiento del gasto social, un capítulo que está fuertemente municipalizado, tras la fuga de recursos del Estado y del Principado, pese a las continuas referencias de este último a la equidad. También se asegura la inversión en barrios degradados que llevan años sin atender. Si hubiera ganado el “no” al “sí”, esas iniciativas no se llevarían a cabo.
Hace unos días, un político gijonés, quizás el que más sepa de confeccionar y aprobar presupuestos, me dijo que el rechazo a las cuentas sería una catástrofe para el equipo de gobierno de Foro. Aunque la oposición criticó las partidas, el verdadero objetivo no estaba en las cifras, sino en el impacto político del rechazo al presupuesto que se ve siempre como un fracaso mayúsculo de quien gobierna. Frente a las políticas contenidas en las partidas, la alternativa se centraba en la paralización municipal.
REHENES
Hace ahora un año, la Junta General del Principado rechazó los presupuestos del Gobierno de Álvarez-Cascos; recuerdo la intervención final de Pérez-Espinosa, sintetizada en la frase, “déjese ayudar, señor presidente”, tras haber votado la enmienda a la totalidad del PSOE. Primero te ahogo y luego te tiendo la mano para auxiliarte. Con la perspectiva que da el tiempo transcurrido, y viendo dónde están ahora unos y otros, se ve que en la política asturiana es mucho más fácil unirse para destruir que juntarse para edificar.
La causa del curso sinuoso seguido por los presupuestos gijoneses no está en el Ayuntamiento, sino en el enfrentamiento entre la dirección regional del PP y el grupo municipal de este partido en Gijón, o para ser más exactos, entre Mercedes Fernández y Pilar Fernández Pardo. Sin ese antagonismo, la aprobación de las cuentas hubiera sido mucho más fácil. No se trata de pedir que ambas dirigentes firmen una imposible paz, pero sí cabe exigir que no conviertan los proyectos gijoneses en rehén de sus rivalidades. Entiendo que Mercedes Fernández necesite cambiar la organización gijonesa, por razones antiguas, que no merece la pena sacar a colación, y por otras más próximas, como evitar que le vuelvan a hacer el vacío en la próxima campaña electoral en la que participe.
Pero la solución no consiste en trasladar la decisión sobre la aprobación de los presupuestos municipales a la dirección regional. Una cosa es la capacidad para tomar medidas en la organización gijonesa del PP y otra muy distinta invadir el campo de competencia de los concejales. La batalla hay que darla en el interior del partido sin que afecte a la dinámica autónoma de las instituciones. Bien es cierto que en Asturias la preponderancia de los aparatos partidarios siempre marcó el rumbo de las instituciones: la quiebra del Gobierno de Marqués, la crisis del primer gobierno de Areces (Ley de Cajas), las alianzas de PSOE e IU en el Principado, el acortamiento de la legislatura de Cascos.
INCERTIDUMBRE
Aprobado el presupuesto, no es fácil hacer una valoración nítida sobre el rumbo de la política gijonesa. En primer lugar, hay que constatar que las exigencias de la dirección regional del PP no fueron recogidas en el documento firmado por el grupo de Moriyón y el de Fernández Pardo. Es imposible que fueran atendidas ya que Mercedes Fernández las dio a conocer en la víspera del pleno y el documento de los dos grupos municipales quedó escrito diez días antes. Oída a la dirección del partido, Fernández Pardo no propuso ningún cambio, de modo que sólo hubo una modificación, minutos antes de iniciarse el pleno, por iniciativa de Foro, quitando la mención a la entrada de un socio tecnológico en Emulsa. No sé si Mercedes Fernández se quiere dar por enterada o si prefiere fingir que le hicieron caso, pero sus peticiones concretas no forman parte de ningún compromiso de gobierno municipal.
El otro aspecto que enrarece el clima en el Ayuntamiento es la vuelta del grupo municipal del PP a alinearse con la izquierda. Primero fue en la aprobación de una nueva ordenanza sobre ayudas a fachadas y barrios, luego apoyando la enmienda socialista que resta competencias de gestión a la Alcaldía, y finalmente, proponiendo una comisión de investigación sobre las ayudas municipales a barrios degradados. Ningún socio de gobierno se comporta así.
Fernández Pardo gira hacia a la oposición para evitar la guillotina de la dirección regional del PP. Vuelta al punto de partida: la estabilidad del Ayuntamiento depende del resultado de la disputa entre la líder regional y la líder local del PP. Si se quiere conocer el futuro municipal, mejor olvidarnos de la deuda, las inversiones, los barrios degradados, las empresas municipales y la teleasistencia. Lo más práctico es preguntar directamente a esas dos mujeres por sus planes.

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por JUAN NEIRA

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