El Gobierno afirma que recurrirá la declaración de soberanía del Parlamento catalán si la Abogacía del Estado considera que colisiona con la Constitución. Según Rajoy, el apoyo político que impulsa la declaración no es relevante. Que el texto aprobado por la Cámara catalana desborda las previsiones constitucionales es evidente, al ser el primer paso en la senda de la autodeterminación, mientras que el autogobierno de las regiones recogido en nuestro ordenamiento jurídico se limita a los estatutos de autonomía. Sorprende la valoración de Rajoy, al decir que la declaración no obtuvo un apoyo relevante ¿No le parece relevante al presidente del Gobierno un respaldo del 63% de los escaños? Si hubiesen votado a favor 68 diputados ya hubiera contado con mayoría absoluta, pero fueron 85 los que dieron el sí “al ejercicio efectivo del derecho a decidir”.
Desde que Artur Mas convocó anticipadamente elecciones en Cataluña, con el referéndum de autodeterminación como bandera, el Gobierno de España ha seguido la táctica de no darse por enterado del desafío independentista. Siempre que pudo evitó referirse al problema, y cuando tuvo que hacerlo fue para restarle importancia. La aspiración del Gobierno estriba en que la mayoría nacionalista rebaje sus ambiciones y se avenga a negociar una mejora fiscal, pero la Generalitat opera sobre un plan de máximos, con el horizonte de la independencia, que no se detiene con una pequeña cesión de impuestos. Una rebaja sustancial de sus pretensiones arruinaría electoralmente a los partidos nacionalistas. No hay que olvidar que la mecha del desafío la prendió la movilización social en la celebración de la Diada, así que cualquier concesión sería vista como una traición.
La decisión del Parlamento catalán es muy preocupante, ya que nunca los nacionalistas se habían atrevido a ir tan lejos. Aún con todo, el proceder de la Generalitat y sus aliados no produce tanta alarma como la respuesta de los dos grandes partidos nacionales, PP y PSOE. Pese a contar con mayoría absoluta, Rajoy aplaza la respuesta y los socialistas se mueven entre el federalismo de Rubalcaba, un mero artificio, y la deriva del PSC en plena crisis interna. Hay millones de españoles que no ven reflejados sus sentimientos e intereses en la política del PP y PSOE, que retroceden medrosos ante la apuesta catalanista.