El escándalo de Luis Bárcenas toma un nuevo rumbo tras sacudir la conciencia de los ciudadanos con los asientos contables del PP cubiertos por el ex tesorero. El juez de la Audiencia Nacional, Pablo Ruz, ha descubierto otra cuenta de Bárcenas en Suiza, que estaba a nombre de una sociedad panameña. El magistrado ha pedido datos a la Agencia Tributaria sobre 21 imputados de la trama de la Gürtel que también cometieron irregularidades fiscales, por si se acogieron a la amnistía fiscal del Gobierno de Rajoy. Si las sospechas de Pablo Ruz se confirmaran estaríamos en presencia de un escándalo mayúsculo, porque es una desmesura afirmar que se otorgó la amnistía para el dinero negro pensando en las necesidades de Bárcenas, pero si resulta que una veintena de implicados en el sumario de Gürtel aprovecharon la puerta abierta por el Gobierno para lavar dinero negro el ministro de Hacienda debería dar una explicación convincente o presentar la dimisión.

La columna vertebral del escándalo está en la supuesta contabilidad B del partido en el Gobierno, basada en las anotaciones filtradas a la prensa con letra, aparentemente, del ex tesorero. Rajoy optó por comprometer su honor y su credibilidad, como presidente, en defender la falsedad de la prueba publicada y estamos a la espera de que se sustancie el pulso entre el testimonio de Rajoy y la solidez del extracto contable. Nunca se había dado una situación así en España. El primer efecto de la alarma social se aprecia en el desarrollo de una intensa sensibilidad ante las tropelías de los políticos. El pago de viajes y fiestas de la familia Ana Mato, por gente perteneciente a la organización de la Gürtel, deja a la ministra de Sanidad a los pies de los caballos y las cuentas suizas pueden proporcionarle otro disgusto semejante a Cristóbal Montoro.

Es muy difícil gobernar en ese clima de soledad política y desconfianza ciudadana. La táctica de proclamar la honradez del PP no basta. Carlos Floriano señaló en Oviedo que el PP nunca pagó en dinero negro y retó al PSOE a mostrar sus cuentas. Con independencia de que puedan ser inocentes, la cúpula del PP no es consciente de que no le puede pedir a la gente actos de fe. Es preciso ser más convincente y eso no se logra con la publicación de las declaraciones de renta ni pasándole la patata caliente al PSOE. La situación va a empeorar. Todavía no tocamos fondo.