Por seguir la jerga judicial digamos que la peripecia de Ana Mato tiene entidad suficiente para formar una pieza separada dentro del caso Gürtel o el caso Bárcenas, por citar los dos principales expedientes de corrupción que zarandean al partido en el Gobierno, entrelazando personajes, cobros y cuentas, hasta formar una densa madeja que tratan de desenredar el juez Pablo Ruz y la Fiscalía Anticorrupción. De las informaciones publicadas se desprenden dos problemas para la ministra de Sanidad. Al estar Ana Mato casada, en régimen de gananciales, de los 442.000 euros recibidos de la trama Gürtel por su marido, Jesús Sepúlveda, le corresponden la mitad. Tiene que demostrar la ministra de Sanidad que no se benefició de ese dinero manchado por la sombra del delito. También habrá que analizar sus declaraciones de Hacienda para saber si hizo constar esos ingresos. El segundo problema no es de naturaleza penal sino política. La ministra mintió cuando dijo que se había separado el año 2000, ya que legalmente seguía casada y compartiendo una cuenta bancaria con su marido.
Lo más llamativo de un asunto tan oscuro como este, con un imputado del sumario de la Gürtel por el medio, como Jesús Sepúlveda, que tuvo que renunciar a la Alcaldía de Pozuelo de Alarcón por su situación procesal, es que no haya impulsado a Mariano Rajoy a ponerse a distancia de la pareja. Hace un año, el presidente de Gobierno conocía toda la compleja situación de Ana Mato; para entonces ya se había hecho famoso el “jaguar” que tenía aparcado en el garaje, sin que la dirigente del PP se hubiera enterado de su existencia. Milagros de la vida. Lo único tranquilizante del tema era la coincidencia de los cónyuges en las declaraciones, asumiendo toda la responsabilidad Jesús Sepúlveda. Es una insensatez poner al frente de un ministerio a una persona que arrastra esa problemática.
Al ponerse el foco de la actualidad sobre la ministra de Sanidad, a Mariano Rajoy le faltó tiempo para avalarla. Es muy difícil que Ana Mato recobre la credibilidad suficiente para desenvolverse como ministra, lo que supone una pesada carga para el Gobierno. En un momento en que el presidente obtiene una nota de 2,8 en las encuestas de valoración de líderes políticos, da muestras inequívocas de no querer soltar lastre. Sorprende que un hombre tan precavido como Rajoy no se abrigue en invierno.