Hace unos días, Carlos Floriano decía que Jesús Sepúlveda, ex marido de Ana Mato, era un funcionario del partido amparado en sus derechos por el Estatuto de Trabajadores y, ayer, Dolores de Cospedal anunció que Sepúlveda ha dejado de trabajar para el PP. ¿Despido procedente, improcedente o separación amistosa? Lo ignoro. De lo que no cabe duda es del cambio de parecer de la dirección del PP, que pasó de darle estatus de funcionario a ponerlo en la calle. Por cierto, en los partidos de derechas nunca se denominó como funcionarios a los empleados de la organización; la etiqueta de funcionarios quedaba para los partidos de la “Komitern”, así que Floriano debió entresacarlo de alguna lectura izquierdista de juventud.

El cambio de criterio indica que la cúpula del partido se mueve por estímulos externos. Bastó que desde los medios de comunicación se empezara a pedir la dimisión de Ana Mato, para que la dirección del PP depurara a su ex marido. Como tantas veces en política, se cortan cabezas para hacer un cortafuego que impida a las llamas alcanzar a los líderes. Desde que se publicaron los papeles de Bárcenas, no se ha conocido ningún dato nuevo sobre Sepúlveda, de modo que no hay razones añadidas para alejarlo del PP. Sin embargo, las novedades han llegado por el lado de Ana Mato, obsequiada por la trama Gürtel, sin que Rajoy haya dado muestras de darse por enterado. Cospedal dice que rectificar es de sabios, pero la medida laboral tomada con Sepúlveda no implica ninguna rectificación sustancial en la estrategia del PP sobre la corrupción, sino el sacrificio de una figura menor.

La publicidad dada a las declaraciones de renta de Rajoy no ha solucionado el problema planteado con los papeles de Bárcenas. Es una cuestión lateral y carente de importancia que no permite saber si el partido recibía dinero negro de empresas donantes y qué destino se le daba al mismo. Ahora se anuncia que el resto de líderes del PP seguirán el ejemplo de Rajoy, renovando la táctica de crear cortinas de humo. Algún acontecimiento internacional de gran impacto en la opinión pública también va a contribuir a relegar del primer plano de la actualidad los papeles de Bárcenas. La política del PP consiste en ganar tiempo y que las noticias nos lleven a otros debates. Tal vez pueda apagar el incendio, pero la credibilidad del Gobierno ya está chamuscada.