El presidente del PP en San Martín del Rey Aurelio ha quedado en libertad con cargos tras ser interrogado por la jueza que lleva la instrucción del “caso Pokémon”. El dirigente popular está imputado por tráfico de influencias. Joaquín Fernández ha manifestado que es inocente, declara que no tiene nada que ocultar y que en materia de sanciones sólo conoce las multas de tráfico. La dirección regional del PP ha dejado en suspenso sus responsabilidades en la organización del partido.
Estamos en pleno temporal sobre la corrupción. Sopla el viento tan fuerte que se ha llevado por delante hasta los negros titulares sobre la crisis económica. A las múltiples robaderas catalanas, protagonizados por nacionalistas y socialistas, a la cara de campeón que se le ha quedado a José Blanco, la permanente lluvia de la trama Gürtel y los “Eres” de la Junta de Andalucía, se han sumado con fuerza las anotaciones contables de Bárcenas y el progreso del “caso Pokémon”. Mala suerte para el PP asturiano, al quedar las gestiones laborales de Joaquín Fernández convertidas en imputaciones. La mancha se extiende en el justo momento en que la comisión de investigación parlamentaria sobre el “caso Renedo” empezará a recabar testimonio de los políticos, empresarios y funcionarios implicados. Hace muchísimos años, cuando Italia estaba empantanada en una de sus clásicas etapas de escándalos, el Partido Comunista de Enrico Berlinguer se presentó a los comicios con el lema, “los comunistas somos los únicos que podemos bailar con la mano abierta”, y rompió su techo electoral. Algo parecido sucede en la España actual, donde la honradez cotiza muy alto por ser mercancía escasa.
El vendaval levantado con los casos de corrupción ha afectado al Gobierno de Rajoy, ya que hasta ahora no ha sabido dar una respuesta creíble a los papeles de Bárcenas y se ha establecido un cerco sobre la ministra de Sanidad, Ana Mato. Rubalcaba no ha salido fortalecido, al estar afectados dirigentes socialistas en varios de los casos abiertos. El desgaste de los dos grandes partidos nacionales debería ser un motivo de alarma, ya que la tormenta puede dejar desvencijadas las instituciones. Sin un mínimo de credibilidad, la función representativa se devalúa hasta hacerse irreconocible. No está cuestionado tal o cual ministro o líder opositor, sino el sistema democrático.