Semana para el PP asturiano, con la detención y posterior imputación por tráfico de influencias de Joaquín Fernández, y la implantación de una comisión gestora en Gijón. La “operación Manga” llega a Asturias, con el procesamiento del responsable político del PP en San Martín del Rey Aurelio. Todo el mundo es presuntamente inocente, pero nadie considera inocuo una imputación judicial. No le llega en buen momento la noticia al PP, con la huella de Bárcenas sin clarificar, y eso que los hay optimistas, como Carlos Floriano, que llama a los afiliados de Foro a mudarse a su casa.
INCOMPATIBILIDAD
Desde estas líneas siempre manifesté que era imparable la formación de una comisión gestora en Gijón. Nunca conocí, en política, una incompatibilidad tan acusada como la de Mercedes Fernández y Pilar Fernández Pardo. El choque de trenes estaba asegurado, y la gestora es el mejor ejemplo de la imposibilidad de trabajar unidos los equipos de dirección de Asturias y de Gijón.
No es el mejor momento para implantar una comisión gestora, lo que lleva a pensar que Mercedes Fernández no había obtenido antes el plácet de Génova. ¿Qué ocurrió para que cambiara Dolores de Cospedal de parecer? Sólo hay una razón: el estruendoso abandono del PP, por parte del concejal Eduardo Junquera, dedicando duras descalificaciones a la cúpula del partido. En el momento más crítico de la carrera política de Mariano Rajoy, únicamente dos ediles en toda España levantaron la voz para discrepar, y quiso el azar que uno formara parte del minúsculo grupo municipal de Pilar Fernández Pardo. Para Génova fue la confirmación de que la organización gijonesa era una manzana podrida, y dieron el visto bueno a la disolución de la junta local.
En la pugna con la dirección regional, Fernández Pardo sólo cometió dos errores. El primero consistió en enviar a Manuel Pecharromán a disputarle la presidencia a Mercedes Fernández. Hay que ser muy miope para no darse cuenta que se trataba de una misión imposible que dejaba a ambos (Pecharromán y Pardo) a los pies de los caballos. El segundo y definitivo error consistió en no disuadir a Eduardo Junquera de aplazar unas semanas el abandono del partido.
En poco más de dos años, Fernández Pardo pasó de formar parte de la terna de candidatos para encabezar la candidatura del PP al Principado a quedarse sin las llaves de la sede gijonesa. En septiembre de 2010, Fernández Pardo, con Pérez Espinosa y Joaquín Aréstegui, participó en el “casting” que organizó Gabino de Lorenzo, en un conocido restaurante de Oviedo, para optar a la Presidencia del Principado. No pasó de la primera selección, porque carecía de aliados en aquel restaurante. Esta fue siempre una constante en la trayectoria política de Fernández Pardo, la incapacidad para tejer alianzas. En otoño de 2008, también quiso alcanzar el liderazgo regional del PP, pero no fue capaz de unir sus fuerzas con las de Juan Morales para levantar una alternativa a Ovidio Sánchez. Con esa forma de proceder, el aislamiento de Fernández Pardo trajo consigo la soledad del PP de Gijón dentro de la familia regional del PP.
AYUNTAMIENTO
¿Qué va a pasar ahora en el Ayuntamiento de Gijón? No se pueden hacer cálculos sobre la respuesta de los cinco concejales a la gestora, porque en esta coyuntura los aspectos personales priman sobre los políticos. Dentro del PP se les acabó la carrera política, sobre todo si pensamos en los ediles más destacados, Pardo y Pecharromán. A este último siempre le queda llamar a las puertas del alcalde de Oviedo, debido a la amistad que le une con Agustín Iglesias Caunedo, pero por esa vía no recuperará protagonismo político. A Pardo, ni eso. Puede que los miembros de la gestora se sientan felices si les presentan una dimisión colectiva, y tal vez para los concejales suponga una liberación personal, pero para el PP, como partido, supondría un fracaso espectacular. Nunca se vio que a medio partido un equipo cambie enteramente de alineación.
Lo más sensato (tratándose del PP asturiano, lo más improbable) es que las dos partes tengan suficiente altura de miras para negociar un estatus que permite a los concejales desarrollar su misión con dignidad, sin sentirse marionetas en manos de la gestora. El PP regional está ya suficientemente diezmado como para permitirse más abandonos colectivos.
Mercedes Fernández dijo ayer dos cosas importantes: la gestora no está ligada a un cambio de estrategia sobre la gobernabilidad municipal; y que ella no va a propiciar la vuelta del PSOE a la Alcaldía de Gijón.
Si la gestora sigue estas pautas deberá cambiar de objetivos en el Ayuntamiento de Gijón, porque resulta ridículo –y dice muy poco de un gran partido- que las prioridades municipales sean la reducción de cargos de confianza, de número de concejales liberados y eliminación de las dietas en las empresas municipales. Eso puede que valga para Marbella o Benidorm, pero en este mandato el Ayuntamiento de Gijón recortó en 2,5 millones de euros el dinero destinado a personal eventual, directores generales y concejales. En cuanto a las empresas municipales, el ahorro para todo el mandato será de cuatro millones de euros. Por no hablar de lo más importante, la amortización de créditos que pone fin a la época del gasto desenfadado.