La última comparecencia de Diego Torres en el juzgado de Instrucción nº 3 de Palma de Mallorca produjo un seísmo más fuerte que las anteriores. El ex socio de Undargarín sabe bien lo que tiene entre manos. Guarda como un tesoro cientos de correos (¿serán miles?) recibidos de Undargarín o de otras personas del entorno del Rey, y va dosificando su salida a la luz, siguiendo la pauta de menos a más. Se entiende: de menos gravedad a más gravedad. Diego Torres no debe confiar mucho en su capacidad para demostrar su inocencia y sigue el camino contrario, mostrando las fechorías que hacía de forma solidaria con gente importante. Aspira a ser tratado por el mismo rasero, de forma que si la principal familia del país tiene un trato indulgente de los jueces, le toque a él sufrir la misma suerte. El argumento no carece de lógica, ya que no puede haber discriminación ante un mismo delito: ni para lo bueno (exoneración) ni para lo malo (acusación).

Llama la atención la capacidad de ese hombre, desde su dimensión puramente privada, personal e individual, sin estar ligado a organizaciones políticas, económicas o sociales, para echarle un pulso a los poderosos, empezando por las instituciones del Estado, con la opinión pública española por el medio. Las mismas andanzas comerciales de Undargarín, realizadas en solitario, no tendrían el mismo peso en el sumario del que tienen aderezadas por los correos del ex socio. Tal vez el yerno del Rey tenga pruebas sólidas para mostrar su inocencia cuando se celebre el juicio, pero en la vista oral del telediario aparece como una persona con deseos de ganar grandes cantidades de dinero, sin que lleguemos a ver un trabajo visible que lo sustente. Tras varios meses de sufrir golpes sobre su imagen, en forma de filtraciones del sumario a la prensa, la única estrategia positiva que ha adoptado ha sido la de abandonar la berlina y el todoterreno para moverse en un coche pequeño y viejo. De haber sido ambos alumnos del Instituto Nóos, no hay duda de quién es el más inteligente.

En la última tanda de correos, Diego Torres puso a la luz la correspondencia entre Undargarín y la princesa alemana Corinna Zu Sayn-Wittgenstein: sueldos, complementos, números de cuenta, empresarios, barcos y alusiones al Jefe del Estado. Otra vez, Corinna por el medio en una cacería. Ya están en el escenario todos los personajes del drama.