Con una nota de prensa, el PSOE atiza la polémica con el PP sobre el cobro de dietas de los diputados. Según los socialistas, Mercedes Fernández lleva todo el mandato tratando de desacreditar a la Junta General del Principado. En su opinión, la presidenta del PP consintió situaciones de la mayor indignidad, al permitir que Alfonso Román pasara gastos de kilometraje desde Tapia de Casariego cuando vivía en Oviedo, o al dejar que Emma Ramos hiciera lo propio poniendo a Castrillón como domicilio oficial, cuando residía en la capital. Para el PSOE, mientras no medie rectificación, ni Mercedes Fernández ni su grupo tienen la mínima dignidad exigible. Si un día antes la dirección del PP acusaba al PSOE de convertir a la Cámara en una ciénaga política, ayer fueron los socialistas quienes degradaron a los populares a unos niveles incompatibles con la función parlamentaria. En este triste asunto de las dietas -una cuestión de régimen interno de la Junta-, socialistas y populares hace mucho que dejaron de argumentar y pasaron a insultar.

En paralelo a tan lamentable debate, Mercedes Fernández ha declarado que Javier Fernández no quiere gestionar el futuro de Asturias, porque no está apasionado con la tarea. Aquí tenemos un nuevo baremo para valorar a los presidentes: el grado de apasionamiento. Siempre se cita a Napoleón, como ejemplo de político apasionado, pero no todos los grandes líderes lo fueron. No creo que Cánovas lo haya sido, con esa facilidad para dejar la jefatura del Gobierno y enfrascarse en el Archivo de Simancas, y no se puede decir, por ello, que no jugara un papel relevante en la Restauración. Dudo mucho que Rajoy sea un político apasionado con la tarea de gobernar España, porque tiene suficiente escepticismo e inteligencia para poner distancia entre su persona y el personaje (presidente) que le toca encarnar. El apasionamiento no vale como test para medir la idoneidad de los presidentes.

La líder del PP ha dicho que Javier Fernández carece de agenda propia y achaca a Rajoy todos los males de Asturias, como si no tuviera responsabilidad. La crítica es de ida y vuelta: el PP asturiano defiende todo lo que hace Rajoy, hasta su política minera. No obstante, la reflexión de Mercedes Fernández es oportuna, ya que desde el Principado hay un exceso de resignación, como si pelaran a diario contra las fuerzas de la Naturaleza.