La transparencia llega al déficit, con la publicación mensual de la ejecución presupuestaria de las comunidades autónomas. Al terminar el mes de febrero el Principado tenía un superávit del 0,27%. En cifras absolutas: ingresó 61 millones de euros más de los que gastó. Sólo Navarra (0,5%) y La Rioja (0,31%) alcanzaron un registro mejor que el de Asturias. El País Vasco y Cantabria tuvieron también un resultado positivo, pero insignificante.
Cuando van casi once meses de mandato, la gestión del presupuesto es el mayor logro del Gobierno de Javier Fernández; un asunto abstruso para los ciudadanos, pero de capital importancia para el futuro de la región. Cuentas equilibradas y bajo endeudamiento son condiciones necesarias, aunque no suficientes, para levantar cabeza. Asturias es de las poquísimas regiones que cumple holgadamente con el objetivo de reducir el déficit. En el 2012 recortó la diferencia entre gastos e ingresos medio punto por debajo del umbral marcado por el Ministerio de Hacienda y en lo que va de año registra superávit. La otra cara de la moneda viene representada por Cataluña o Murcia, que acumulan un déficit del 0,34% en dos meses.
Está bien que el Gobierno haya instaurado la transparencia en las cifras del déficit para que todos sepamos mensualmente la trayectoria de las cuentas regionales, pero se echa de menos que el Ejecutivo se dote de elementos coercitivos para meter en cintura a las comunidades autónomas incumplidoras. Cristóbal Montoro, un político muy dado a hacer declaraciones, advirtió que el Ministerio de Hacienda podría intervenir las cuentas de las comunidades autónomas. De hecho, cuando estaba en juego la investidura presidencial en el Principado, amenazó extemporáneamente, un sábado a la tarde, con intervenir las cuentas del Gobierno de Álvarez-Cascos (¡Pese a que presentaba superávit!). Sin embargo, no ha dicho nada de las repetidas acumulaciones de déficit de algunos ejecutivos autonómicos, como los de Cataluña o Murcia. Aceptar la trasgresión de una norma equivale a derogarla. No contento con eso, Cristóbal Montoro trabaja con la idea de fijar distintos techos de déficit para las comunidades autónomas, siendo más benevolente con los incumplen los objetivos y más exigente con los que hacen los deberes. De dar ese paso estaríamos ante el final del control del déficit autonómico.