El PSOE última su propuesta de reforma constitucional en clave federal. En julio debe ser aprobada por el Consejo Territorial, presidido por Javier Fernández, y en el otoño quedará refrendada por la Conferencia Política del partido. ¿Es necesario reformar la Constitución? ¿Hay que reconducir a España a la senda del federalismo? ¿Qué pretende la dirección de Rubalcaba?

En el año 2003, con motivo de los 25 años de la aprobación de la Constitución, los partidos de izquierda y algún grupo de comunicación iniciaron una ofensiva para revisar la “ley de leyes”. A mí entender la razón de tan imprevista propuesta estaba en los siete años que llevaba Aznar en el poder. El intento de cambiar las reglas del juego, dado que con las que había se perdían los partidos. Desde entonces, el debate sobre la puesta al día de la Constitución siempre estuvo latente, alentado, principalmente, por el nacionalismo catalán, que no se sentía reconocido en ella. En el pasado mes de septiembre, cuando la Generalitat anunció la realización de una consulta sobre el derecho a decidir (autodeterminación), Rubalcaba lanzó inmediatamente la propuesta de reforma constitucional para convertir a España al modelo federal. Ese es el punto de partida: reformar la Constitución para apaciguar las ansias de independencia del nacionalismo catalán.

El Estado de las Autonomías es lo más parecido al Estado federal. Cataluña no ganaría nada con el cambio de nombre, así que bajo la envoltura federal hay que darle alguna ventaja a los catalanes para que la reforma sea útil. De las propuestas que baraja el PSOE hay dos que interesan a la Generalitat: la implantación de un modelo asimétrico de competencias autonómicas (las nacionalidades históricas tendrían un mayor nivel de autogobierno) y el respeto a la “ordinalidad” (que las regiones ricas sigan teniendo más recursos “per capita” que las pobres después de redistribuir los recursos) a la hora de financiar a las comunidades autónomas. La primera propuesta hubiera sido válida en los años de la transición, pero a estas alturas no es posible. La introducción de la “ordinalidad” es factible y sospecho que contará con el apoyo del PP. No obstante, las exigencias de los nacionalistas son muy superiores. El traje federal puede valer para mejorar las relaciones PSOE-PSC, pero no resuelve el problema territorial español.