Mercedes Fernández declaró que “confía en el rigor y la seriedad de Dolores Carcedo para negociar el reparto del déficit público”. En todo el mandato no recuerdo un elogio tan explícito de la líder del PP a un consejero socialista.
El presidente del Principado mostró su deseo de ir a la negociación con el Gobierno respaldado por un posicionamiento común del Parlamento. PSOE, IU, UPyD y Foro se pusieron rápidamente de acuerdo, mientras que el PP evitó formar parte del frente común para no entrar en contradicción en caso de chocar el planteamiento asturiano con la postura del Gobierno. Mercedes Fernández elude el consenso entre grupos políticos depositando un voto de confianza en la consejera de Hacienda.
En la posición de Mercedes Fernández ya estuvo Ovidio Sánchez entre los años 1999-2003, cuando gobernaba Aznar en Madrid y Álvarez Areces en el Principado, ambos apoyados en sendas mayorías absolutas (puestos a matizar, digamos que la mayoría absoluta de Aznar era mucho más sólida, porque el aparato del partido dejó a Areces en precario, haciendo redactar y aprobar una Ley de Cajas en la Junta General del Principado, que fue un misil en la línea de flotación del Ejecutivo de Areces). Las reivindicaciones del Gobierno regional ante Madrid no eran apoyadas por el grupo parlamentario de Ovidio, que buscaba cualquier excusa para desmarcarse de los socialistas, aunque las propuestas supusieran una mejora para Asturias. El PP, como durante muchos años el PSOE (véase lo que pasó con la variante de Pajares), siempre antepusieron la disciplina de partido a las demandas de la región. No obstante, hay una diferencia muy importante entre el papel que tuvo que jugar Ovidio Sánchez al que le corresponde ejecutar a Mercedes Fernández. La diferencia está en el ciclo económico. Entre 1999 y 2003, la economía española crecía a un ritmo cercano al 4% anual. Ahora decrece el 1,5% cada ejercicio. Entonces, la construcción de infraestructuras avanzaba, aumentaban las ayudas y la región conocía el guiso de los fondos mineros. Ahora suben los impuestos y no hay un euro para nada. Ovidio Sánchez presumía de Cascos y Rato -¡qué tiempos!-, mientras que el PP actual no puede hacer lo mismo con Ana Pastor. A Mercedes Fernández le toca un papel mucho más desagradecido que a Ovidio, si bien es cierto que nadie le pedirá que saque veinte diputados.