El “caso Bárcenas” ha dado un giro espectacular con la publicación de los mensajes de teléfono móvil enviados por el presidente del Gobierno al extesorero del PP. Dados los precedentes cabía suponer que la estrategia procesal de Luis Bárcenas pasaba por aumentar la presión sobre la dirección de su antiguo partido haciendo revelaciones sobre los sueldos recibidos en “B” o sobre depósitos residenciados en Suiza, pero no era fácil adivinar que guardara mensajes de Rajoy solidarizándose con su desventura. Gracias a los SMS sabemos que el presidente del Gobierno mantuvo una fluida comunicación con el extesorero después de conocerse que Luis Bárcenas poseía 22 millones de euros en Suiza (con lo descubierto posteriormente la suma asciende a 49 millones). Para rematar las filtraciones periodísticas el extesorero declaró ante el juez que entregó, en mano, 90.000 euros a Rajoy y De Cospedal en los años 2009 y 2010.
De todo lo anterior cabe colegir que la relación de Rajoy y Bárcenas era muy estrecha, como corresponde a dos personas que comparten insondables secretos. Desde que se conocieron los llamados “papeles de Bárcenas” el presidente no pronunció en público el nombre del extesorero, como si estuviera condicionado por un conjuro, pero su empeño por mantenerse distante fue desmentido a cada paso por la aparición de nuevos datos. Rajoy y Bárcenas eran mucho más que dos compañeros de la dirección del partido. Uno de los mejores ejemplos está en el mensaje que envía a la mujer del extesorero a altas horas de una noche electoral, en la que resume su filosofía vital: “al final la vida es resistir y que alguien te ayude”. La imagen de dos socios.
La publicación de los SMS deja otra enseñanza: la falta de adaptación de Rajoy para estar a la altura de las responsabilidades de un presidente del Gobierno. Se puede ser discreto, bocazas, inocente o desconfiado, pero hay que estar retirado del mundo o ser registrador de la propiedad en excedencia para incurrir en la temeridad de dejar la huella personal en la gestión de un asunto tan delicado como la peripecia judicial de Bárcenas. Sólo Rajoy es capaz de teclear esos mensajes a un tipo que es carne de banquillo de la Audiencia Nacional y pieza clave en los chanchullos económicos del partido. El presidente es el único español que considera secretos e intransferibles los mensajes por móvil.