El escándalo de Cudillero cobra dimensiones mayúsculas tras los últimos sucesos. Vuelven a producirse dimisiones en cadena en la lista socialista para que opte a alcalde el hombre escogido por Francisco González y su camarilla. Las concejalas, Nuria Álvarez y Vanesa Menéndez, ya habían renunciado a ser alcaldesas y ahora abandonan la corporación municipal con el fin de que Fernández Garay quede como primer concejal en la lista y pueda alzarse con la Alcaldía en caso de malograrse la investidura de los candidatos del centro-derecha. La decisión del sanedrín de Cudillero se produce a los quince días de publicarse la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) que anulaba la elección de Fernández Garay, como alcalde, por haber renunciado previamente al cargo. El TC considera que las renuncias de los concejales socialistas de Cudillero al puesto de regidor son efectivas durante todo el mandato. El Ayuntamiento queda en una situación sumamente irregular, porque de los ocho concejales del grupo mayoritario (PSOE) que recogieron el acta al constituirse la corporación sólo quedan dos representando al vecindario; los demás, se borraron. En dos años y dos meses, el 75% de los concejales socialistas abandonaron su puesto. La mitad de los concejales socialistas van a ser personas reclutadas por el aparato del partido en la calle, sin haber pasado por las urnas. Esto no ha ocurrido nunca, ni siquiera en los tiempos negros de los ayuntamientos democráticos vascos amenazados por ETA.
La apuesta de la camarilla es toda una provocación para el TC, ya que la sentencia del alto tribunal estuvo motivada por la elección de Fernández Garay, como regidor, siendo ahora el alcalde anulado nuevamente aspirante a la poltrona. La lectura política es evidente: las sentencias del TC no pasan de ser escarceos teóricos de interés para los amantes del Derecho, sin que produzcan efectos políticos en Cudillero. Las cuitas de los leguleyos no deben interferir en la gestión de los socialistas, que tienen toda la autonomía del mundo para poner de alcalde a quien consideren oportuno, aunque sea un señor de la calle sin relación alguna con las urnas. Y, por encima de todo, que quede absolutamente claro que en el concejo mandamos “nosotros”.
Lo más descorazonador es el rotundo apoyo de Jesús Gutiérrez, número dos de la FSA, a la cacicada de Cudillero.