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Juan Neira

LARGO DE CAFE

RECORTAR ESCAÑOS, BAJAR SUELDOS

En una encuesta de Asturbarómetro, en la que se sondeó a 500 asturianos, aparece como dato relevante el suspenso que da la ciudadanía la Junta General del Principado. El presupuesto del Parlamento y el número de diputados concentran la reflexión crítica de los encuestados. La Cámara autonómica tiene 13,8 millones de euros de presupuesto y el sondeo revela que 6,2 millones es la cantidad adecuada para los asturianos. En cuanto al número de diputados, la gente considera desorbitada la cifra actual de 45 escaños, inclinándose por hacer un recorte y dejarla en 21. ¿Qué se puede decir de estos datos?

En Asturias, como en Cataluña, Andalucía, La Rioja o Extremadura hay una extrema sensibilidad sobre el papel que desempeñan los políticos. Según la crisis económica fue deteriorando el mercado laboral y haciendo crecer el número de desempleados, la desconfianza hacia la clase política fue en aumento. Dentro de ella, el peor papel les toca a los parlamentarios, porque las imágenes que nos llegan de ellos son letales: unos señores emperifollados, despatarrados por los escaños, hablando por el móvil o leyendo cualquier papel, que no hacen otra cosa que votar lo que les señala con los dedos de la mano el jefe de filas del grupo parlamentario. No dan golpe, van por el puesto de trabajo la mitad de los días de la semana y cobran como un director general. A esta descripción podemos añadirle todos los matices que se quiera que el estereotipo no se altera. Para mayor desgracia, los parlamentarios tienen tan poca picardía que salen en las fotos partiéndose de risa, y sólo ponen rictus grave para decir que Asturias pasa de los 100.000 parados. Conclusión: la gente quiere bajarles el sueldo a la mitad (mitad de presupuesto significa mitad de salarios) y hacer un ERE que envíe al paro a más del 50% de sus señorías.

En el esquema teórico, el Parlamento es la pieza central del sistema, por eso se habla de democracia parlamentaria. Sin embargo, con el paso de los años los gobiernos fueron comiendo terreno al Parlamento y este se fue quedando cada vez más en una institución meramente representativa y poco decisoria. A ello hay que sumar el papel que jugaron los aparatos de los partidos, coartando la libertad del diputado y convirtiéndolo en un robot apto para votar. Con muchos menos diputados se haría lo mismo y con sueldos más bajos no habría agravios sociales.

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por JUAN NEIRA

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