Por obra y gracia de los socialistas, el Ayuntamiento de Cudillero ahonda en el disparate. La situación de provisionalidad y, lo que es más grave, de irregularidad es completa. Los nuevos recursos de inconstitucionalidad presentados por PP y Foro amenazan con desplazar por segunda vez de la Alcaldía a Fernández Garay, y mientras se sustancia el recurso ante el Tribunal Constitucional continúa la camarilla socialista tomando decisiones caprichosas que atentan contra el sentido común. En el Pleno del Ayuntamiento destinado a repartir las tareas en la corporación, el concejal Ignacio Fernández se hizo cargo de doce competencias (urbanismo, recursos humanos, ordenación del territorio, servicios sociales, policía local, vivienda, obras públicas, turismo, etcétera), mientras que el alcalde sólo gestionará medio ambiente y asuntos pesqueros. Ignacio Fernández asume tantas competencias como todo el grupo socialista. El inusual reparto ha llevado a Foro a anunciar otro recurso porque la jerarquía de los alcaldes sobre los concejales queda cuestionada. Con la distribución aprobada en el pleno, las responsabilidades municipales de Ignacio Fernández son muy superiores a las del acalde Fernández Garay.
Para cualquiera que haya seguido el espectáculo de Cudillero la decisión plenaria es totalmente coherente con las visicitudes vividas. Los ediles que iban en la lista ganadora de las elecciones del 22 de mayo de 2011, liderada por Francisco González, son de quita y pon, prescindibles como comprimarios en una ópera de Verdi. Si hace falta renuncian a ocupar la Alcaldía y si es menester dejan el acta de concejal y se marchan para casa. El único necesario es Ignacio Fernández. Cuando Francisco González dejó el Ayuntamiento y se fue al Parlamento, Gabriel López, su sucesor en la Alcaldía, se borró del mapa de una forma imprevista y fulminante. A partir de ese momento empezó el desmadre, con la renuncia de concejales y sustitutos a coger el bastón de mando del alcalde; así logró Ignacio Fernández pasar de empleado que gestiona el catastro a alcalde. De peatón a presidente de la corporación, lo que provocó la primera sentencia del TC anulando la elección.
¿Qué cualidades adornan a Ignacio Fernández para hacerlo imprescindible? ¿Es el aval de su pasado o su proyección de futuro? ¿Por qué los otros ediles son de quita y pon?