El coordinador general de IU ha lanzado un órdago, al anunciar que su fuerza política no se sentará a negociar el presupuesto mientras el Principado no haga una auditoría sobre la ejecución de las cuentas del presente ejercicio y corrija los incumplimientos. González Orviz considera que de las partidas dedicadas a la creación de empleo sólo se ha gastado el 25% de los recursos presupuestados. También censura la gestión del salario social, considerando intolerable que los beneficiarios tengan que esperar dieciocho largos meses (un mes tiene mucho más de treinta días cuando se carece de dinero) para cobrarlo.
Los dirigentes de IU nunca habían situado la negociación de los presupuestos con el PSOE bajo esas premisas. Entre los años 2003 y 2011 formaban parte del Gobierno de coalición, y aunque presionaban durante las negociaciones carecían de la libertad de actuación que tienen ahora, como grupo de oposición, para fijar una posición de principios. La condición que pone Orviz es más que razonable, otra cosa es que antes no se demandara. Para negociar es necesario revisar el cumplimiento de lo pactado y corregir los desajustes. Sospecho que a los socialistas no les hará ninguna gracia la petición, acostumbrados a las prácticas populistas de llamar al acuerdo a las fuerzas de izquierda para salvar el Estado del Bienestar, tapando con discursos demagógicos los incumplimientos sangrantes de su Gobierno.
González Orviz da en el centro de la diana al citar el compromiso con el empleo y el salario social. Después de año y medio, ambos asuntos constituyen el agujero negro del Gobierno de Javier Fernández, junto con la ausencia de inversión productiva. El presidente eleva el empleo a categoría de máxima prioridad de su Gobierno, pero al confeccionar el presupuesto pasa a un segundo plano y cuando toca ejecutar las partidas queda diluido dentro de la gestión burocrática de la Consejería de Economía y Empleo. Ni le dedican el dinero que merece ni les importa que pase el tiempo sin emplearlo en crear puestos de trabajo. Con la etiqueta de “gobierno de izquierdas” quieren tapar la gestión más insensible que uno recuerda en esta materia. Lo mismo cabe decir del salario social. Nunca hubo tanta marginación ni tantas familias con todos sus miembros en paro y nunca se tardó tanto en aportarles una renta mínima de subsistencia. Un escándalo.