Tras la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA) anulando el nombramiento del socialista Luis Fernández Garay como alcalde de Cudillero (este concejal tiene el récord de impugnaciones judiciales: en un mes y dos días fue expulsado dos veces de la Alcaldía por los tribunales), políticos y observadores hacen cábalas sobre el rumbo que debe tomar la Corporación para afrontar los veinte meses que quedan de mandato. Una vez que el TSJA ha sentenciado que ningún concejal del grupo socialista reúne las condiciones para aspirar al cargo de alcalde, al haber renunciado todos voluntariamente al mismo, los partidos representados en el Consistorio tienen ante sí tres alternativas: constitución de una gestora, convocatoria adelantada de los comicios o formación de un gobierno de coalición. Ninguna de las tres salidas es sencilla. Para implantar una gestora o convocar elecciones anticipadas deben darse unas condiciones precisas y contar con el apoyo del Principado y el Gobierno central. El gobierno de concentración o de coalición se puede acordar en Cudillero, pero existe un hándicap: la negativa del grupo socialista, mayoritario en la Corporación.
Para salir del marasmo institucional es preciso que la dirección regional del PSOE ofrezca explicaciones pertinentes sobre lo sucedido. Desde el pasado mes de marzo, cuando todos sus concejales renunciaron a ser alcaldes para convertir en regidor a un señor de la calle, ajeno a candidaturas y urnas, hasta llegar a la doble anulación de Luis Fernández Garay, como alcalde, el principal partido asturiano estuvo actuando contra las normas y usos democráticos. Nunca había ocurrido nada igual. Por la mitad de la mitad de la mitad, la FSA hubiera disuelto cualquier otra agrupación socialista que no hubiese sido la de Cudillero. Javier Fernández tiene que ofrecer una versión creíble y pedir disculpas a la población por el espectáculo ofrecido y el daño causado a la imagen de Cudillero. Hasta ahora sólo tenemos las desoladoras manifestaciones de Jesús Gutiérrez culpando del destrozo institucional a la oposición por acudir a los tribunales.
Sin aclarar las causas del esperpento, sin explicar por qué la agrupación de Cudillero, y su emblemático líder, Francisco González, gozan de bula dentro de la organización para hacer y deshacer, el desaguisado no se arregla.