La dirección del PSOE ratifica su estrategia para retener el poder en Cudillero, forzando la dimisión de tres concejales para que se den las condiciones legales de constituir una gestora, en la que tendrán una mayoría suficiente para dominarla, poniendo al frente de la misma a un socialista pixueto. Si no se disolviera la Corporación municipal, el PSOE también tendría mayoría en la misma, pero los tribunales han sentenciado que ninguno de sus ediles puede ser alcalde, así que los jefes del partido han optado por la estrategia de devaluar los órganos municipales, con intencionadas dimisiones, para sustituirlos por una gestora donde los miembros del PSOE tendrán todas las competencias y podrán presidirla sin cortapisas. Foro y PP anuncian que recurrirán a los tribunales por considerar que la maniobra de los socialistas es un fraude, ya que es la FSA quien crea artificialmente las condiciones para formalizar una gestora, cuando la corporación pixueta estaba capacitada gobernar el municipio.
Foro y PP han logrado por tres veces que los tribunales desbarataran las maniobras espurias de los socialistas, pero esos precedentes no constituyen ninguna garantía para el futuro. Es evidente que la gestora de Cudillero no tiene ninguna similitud con la que se constituyó en Marbella para borrar la huella de Gil. Para cualquier observador que haya seguido la vida municipal cudillerense, está medianamente claro que la gestora es un conejo que se sacó de la chistera la FSA para retener el control del Ayuntamiento, y para ello no reparó en medios, vaciando de contenido los órganos institucionales y forzando una alternativa excepcional, prácticamente inédita en los 8.115 consistorios españoles durante más de tres décadas de ayuntamientos democráticos.
Lo más grave de la alternativa socialista descansa en la facilidad con la que sustituye el voto de los ciudadanos por el dedo del aparato del partido. No importa que los pixuetos hayan escogido a tal o cual persona para representarle en el Ayuntamiento, porque los jefes del partido consideran que tienen en sus manos una cuota electoral (ocho concejales) y pueden cubrirla con los nombres que consideren más oportunos. Ellos deciden bajas y altas, dimisiones y nombramientos. Todo vale con tal de que ningún concejal de la oposición pueda abrir los cajones de la Alcaldía.