La dirección nacional del PP ha rechazado la propuesta de financiación para Cataluña, propuesta por Sánchez Camacho, en cuanto ésta tuvo ocasión de explicarla en el citado órgano. La dirigente catalana buscaba reformar el sistema de financiación introduciendo el principio de “ordinalidad”, que consiste en impedir que los flujos de solidaridad entre territorios conlleven que una región goce de mayor financiación por habitante que otra que aporte más recursos al fondo común. En definitiva, que una vez revisado el sistema de financiación autonómica, el reparto del dinero se haga de tal forma que Madrid, Baleares y Cataluña, los tres territorios que entregan más recursos, sean igualmente los tres que obtengan una mayor financiación “per capita”. Este principio que parece indoloro, y los nacionalistas catalanes demandan desde hace mucho tiempo, apenas se aplica en ningún país y limita severamente la solidaridad entre regiones.
No contenta con esa modificación, la dirigente catalana pedía que los fondos de solidaridad recibidos por las regiones más atrasadas tuvieran un carácter finalista, es decir, que fueran dedicados a objetivos prefijados. Hace gracia que los campeones de arrancar dinero del Estado para hacer con él lo que les viene en gana (léase, embajadas autonómicas, canales de televisión hiperdeficitarios), quieran dirigir la gestión del gasto en otras regiones.
Dolores de Cospedal estuvo contundente, al decir que el PP es un partido nacional que representa con orgullo el interés general, dando a entender que el acuerdo con la Generalitat no pasa por dar tratos fiscales favorables, sino por la rectificación de Artur Mas. La mejor prueba de que Sánchez-Camacho metió la pata es la buena acogida que dieron los socialistas a su propuesta, al estar dramáticamente encadenados a los intereses del PSC. Sería muy interesante que desde el Gobierno y desde Génova, se ofreciera siempre la misma respuesta, con independencia de que el interlocutor sea una dirigente de menor jerarquía en el interior del partido o un altivo mandamás del nacionalismo. Digo esto último porque no recuerdo que los jefes del PP hubieran hablado así de claro cuando los líderes de Convergencia reivindicaron el principio de “ordinalidad”. Sánchez-Camacho quedó a los pies de los caballos, donde ya estaba desde el asunto de las grabaciones.