Las 3.525 parroquias que se extienden por el medio rural español (39 de ellas en Asturias) están temerosas de que la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local las haga desaparecer. El borrador de la norma las borraba del mapa. En el texto enviado al Congreso de los Diputados se les mantiene la personalidad jurídica, pero a los tres meses de aprobarse la ley deben enviar sus cuentas. Los responsables dicen que no están en condiciones de hacerlo y recuerdan que los entes autonómicos pueden suprimirlas, así como lo ayuntamientos deficitarios que al absorber a las parroquias se quedarían con sus bienes comunales.
No niego que los bienes comunales del campo español y asturiano no sean apetitosos, pero la codicia de alcaldes o presidentes autonómicos no conllevará consecuencias prácticas. El proceso político de la reforma local es muy ilustrativo. De entrada, el Gobierno le dio más vueltas que los caballitos al tiovivo. Se llegaron a escribir 27 borradores. Todos ellos impregnados de la filosofía de resolver los problemas municipales a coste cero. Se liquidaba la mayoría de los ayuntamientos manteniendo en pie unos consistorios vacíos de competencias. Sin romper un solo plato, Rajoy confiaba en hacer la famosa simplificación del mapa municipal, sin necesidad de propiciar fusiones de concejos. De paso, se cerraban todas las empresas públicas de carácter local, y se obligaba a los ayuntamientos que siguieran funcionando a reducir costes, porque en caso contrario las viejas diputaciones provinciales o los órganos autonómicos en las comunidades uniprovinciales (Asturias, Cantabria, Madrid, La Rioja, Murcia) absorberían sus competencias. Nunca se escribieron borradores tan ambiciosos.
Los planes de La Moncloa chocaron contra el ejército de alcaldes que rechazaron una reforma que les quitaba poder, competencias, influencia y sueldo. Como la gran mayoría de alcaldes son del PP, no se exteriorizó la guerra con el Gobierno, pero tras meses de negociaciones los borradores fueron perdiendo sustancia hasta quedar en un texto que no resuelve nada ni tiene intención de hacerlo. Con las parroquias rurales va a ocurrir lo mismo. No hay un líder político en España dispuesto a inmolarse para solucionar problemas. Las parroquias gozan de buena salud y el patrimonio rural seguirá sin ponerse en valor.