En las cinco ocasiones que el Principado se vio forzado a prorrogar los presupuestos no se produjo ningún desastre. Dos veces durante el mandato de Sergio Marqués, época en la que creció la economía regional y aumentó la inversión pública. En el año 2008, Álvarez Areces se vio obligado a prorrogar las cuentas, tras ocho años seguidos aprobando los presupuestos, los cuatro primeros apoyado en la mayoría absoluta socialista y los cuatro restantes en alianza con IU. Durante el año 2008, el presidente Areces solicitó dos créditos extraordinarios en la Junta General del Principado para hacer frente a las necesidades de gasto con los que suplió la falta de recursos derivada de la prórroga presupuestaria. Al final de ese año, el presidente estaba muy satisfecho de la gestión realizada con la prórroga y estaba dispuesto a ensayar fórmulas de gobierno distintas a las de ejercicios anteriores, pero en el congreso de la FSA se impuso la estrategia de la vuelta al pacto de izquierdas, después de haber roto el diálogo con IU un año antes. En los primeros años noventa, durante el bienio de Rodríguez-Vigil, hubo un distanciamiento con IU que afectó a las cuentas, pero unos meses más tarde fue subsanado. El último ejemplo de prórroga se produjo en enero de 2012, gobernando Álvarez-Cascos, cuando los mismos líderes socialistas que aseguran ahora que para Asturias sería una desgracia el rechazo presupuestario, apoyaron una enmienda a la totalidad del PP.
En todas las ocasiones citadas los proyectos presupuestarios conllevaban un aumento de recursos, mientras que el Gobierno de Javier Fernández plantea para 2014 una repetición de las partidas, con mínimas diferencias con respecto a 2013. Dicho más claramente: en las cinco ocasiones precedentes las prórrogas implicaban desperdiciar o retener recursos disponibles, mientras que con el rechazo del actual proyecto no se perdería un euro. Otra cosa diferente es que una prórroga haga mucho más engorrosa la gestión administrativa, pero esa es una carga añadida para quien gobierna no para el pueblo llano.
Los socialistas han lanzado una idea falaz: los que aprobaron las cuentas de 2013 tendrán que aprobar las de 2014, por ser iguales. Es un razonamiento grotesco, porque por esa razón la repetición de las cifras indefinidamente garantizaría los apoyos. Mejor pensar al revés: gana el que innova.