Lo siento por Gabino de Lorenzo. El intento por llevar al grupo parlamentario del PP al abismo (si los diputados populares respaldaran el presupuesto de Javier Fernández serían repudiados por su electorado) no ha prosperado. De momento. Mercedes Fernández quiso pinchar las expectativas de pacto y ante el silencio socialista hizo pública su oferta, consistente en una bajada sensible de tributos para desactivar la carga confiscatoria de un impuesto tan injusto como el de patrimonio, reduciendo los tipos impositivos en el IRPF y en Sucesiones y Donaciones; y al someter a una poda al sector público autonómico, el mismo que Javier Fernández quiere maquillar para dejarlo como está. La propuesta del PP fue rápidamente rechazada por el Gobierno, por entender que supone una enmienda a la totalidad.
El planteamiento de Mercedes Fernández se corresponde con el programa del partido. Una posición de principios que se puede flexibilizar al avanzar las negociaciones. Un comportamiento semejante al que adoptó IU para empezar a dialogar con el PSOE. Lo que no tiene sentido es la postura de Gabino de Lorenzo, que da por bueno el presupuesto socialista, como si fuese un dirigente de ese partido. El delegado del Gobierno no pedía negociar ni incorporar propuestas propias, se limitaba a adherirse a las cuentas de Javier Fernández. De la política a De Lorenzo sólo le interesa el poder y contempla el juego político regional desde esa clave. Poner los escaños del PP a disposición del Gobierno socialista significa robustecer la figura de Javier Fernández ante la oposición de Foro. Y así llegamos al punto clave: la estrategia retorcida de Gabino de Lorenzo pasa por considerar al partido de Álvarez-Cascos como el enemigo a batir y al PSOE como el bien a proteger, en la medida que es el instrumento útil para impedir el retorno de Foro al poder. En ninguna comunidad autónoma el PP aprueba los presupuestos del PSOE. En 36 años de política parlamentaria, jamás el centro-derecha negoció los presupuestos del Estado con los gobiernos de González y Zapatero. La doctrina de Gabino es la gran excepción.
No pretendo zaherir, pero el único precedente que recuerdo de combatir a los afines ideológicos y apoyar al enemigo fue Mao Zedong, cuando atacaba a la URSS (tan comunista como China) y entablaba relaciones diplomáticas con EE.UU. Ahora que caigo, la plaza de España de Oviedo tiene un aire a ciudad prohibida.