El pasado año, los estrategas del socialismo lanzaron ideas para embellecer el liderazgo de Rubalcaba -fatalmente golpeado por las encuestas-, y presentaron el proyecto renovado de primarias para recuperar los vínculos con el electorado. La novedad residía en sumar simpatizantes, gente que no tiene carné, para elegir candidatos. Las elecciones primarias se extenderían a todos los niveles y votarían todos los militantes, así como los ciudadanos cercanos al partido que reunieran unas mínimas condiciones, como pagar una tasa de dos euros. Al pasar esas ideas a normas internas el proyecto perdió fuelle y se pusieron limitaciones, como dejar fuera del proceso de escrutinio interno a las comunidades autónomas gobernadas por los socialistas, a no ser que allí lo adoptara voluntariamente el órgano de dirección. Recuerdo todo esto, porque hace unos meses, cuando había que sacar brillo a los planes de Rubalcaba, Jesús Gutiérrez manifestó que el candidato socialista al Principado, en los comicios de 2015, sería elegido tras un proceso interno de primarias, abierto a la sociedad. Edificante.

Llegó el otoño, la Conferencia del PSOE no sirvió para nada, en las encuestas el PSOE sigue por detrás del PP (pese a la corrupción, la inhibición ante el separatismo catalán, las fotos grupales de etarras, el 25% del paro y un largo etcétera), y nos enteramos de que en Asturias no habrá primarias. Lo acaba de decir Javier Fernández, que es la persona con autoridad para decidirlo. Javier Fernández es el secretario general de la FSA y presidente del Principado, así que desde su condición de máximo responsable de la organización puede dar o negar permiso para que alguien le dispute su condición de principal representante institucional de la comunidad autónoma. Las normas del PSOE prevén que en nuestra región no haya primarias, pero la ambición democrática de Jesús Gutiérrez hacía pensar que Asturias se sumaba a la fiesta de la elección de candidatos.

Javier Fernández no dijo exactamente que no vaya a haber primarias, sino que en caso de que él fuera candidato no habría primarias. Establece una premisa condicional (ser él candidato), que es puramente retórica porque todo el mundo sabe que será el cabeza de lista por tercera vez consecutiva. Ni hay militantes que se atrevan a desafiar a Javier Fernández ni el presidente les va a dar esa oportunidad, porque el reglamento le faculta.