El anuncio de cierre de Coca-Cola en Colloto ha causado un gran impacto en toda la región. Una planta industrial, inaugurada al inicio de la década de los años sesenta del pasado siglo, con una imagen semejante a la que tienen las empresas que se instalan hoy día en el Parque Científico y Tecnológico de Gijón: amplios cristales, limpieza, ausencia de humos, y el proceso de llenado de 1.500 botellas en una hora. Una planta industrial asociada al bienestar, el ocio y la vida placentera: la chispa de la vida. En un parpadeo pasamos del luto de la autarquía a compartir las burbujas con los sonrientes americanos.
La planta se cierra y los dueños hablan de las pérdidas de Coca-Cola en Asturias. No lo creo. A la factoría asturiana la matan las malditas sinergias, que por estos pagos casi siempre actúan en contra del empleo. La unión de las siete sociedades embotelladoras en una sola permite dar un paso más en la espiral de los beneficios, con reducción de los centros de producción e incremento de la distribución. ¿Por qué conformarse con ganar 60 millones de euros, si se pueden repartir más beneficios? Se volatizan los puestos de trabajo y nos envían las botellas llenas desde La Coruña o Bilbao para que no perdamos el hábito del consumo. ¿Cuántos puestos de trabajo emigran de Asturias? La última gran idea del consejero de Sanidad fue mandar al paro a 27 trabajadoras de la lavandería del hospital de Cabueñes para que las sábanas de los hospitales de Jarrio y San Agustín (Avilés) vayan a lavarse a Cabezón de la Sal (Cantabria). Dice que es más barato: la misma justificación que los estrategas de Coca-Cola. También es mucho más barato enviar los enfermos a hospitales privados y no por eso se va a desmontar la red de hospitales públicos.
AUTOPROFECÍA
Suzuki, Tenneco y, ahora, Coca-Cola. Las multinacionales buscan otros horizontes. Javier Fernández considera que se trata de una deslocalización “de libro”. La misma respuesta dio el presidente del Principado en una entrevista en EL COMERCIO, cuando los ejecutivos de Suzuki anunciaron la huida de Asturias. En aquella ocasión, creo recordar que el presidente aludía al repliegue de la multinacional japonesa desde Europa (la de Gijón era la última factoría que cerraban en el viejo continente) hacia los países emergentes del extremo Oriente. En el caso de Coca-Cola, no explicó por qué estaba incluida en “el libro”, pero imagino que aludía a la posibilidad que se le abre a la empresa de recortar costes con inmediato aumento de beneficios.
El discurso político no discurre por las mismas premisas que el académico, y con tanto argumento libresco podemos enviar un mensaje fatalista a la ciudadanía. Instalados en esa doctrina, también se podría calificar “de libro” las hipotéticas deslocalizaciones de las grandes factorías de consumo intensivo de electricidad (Alcoa, Asturiana de Zinc, ArcelorMittal), y caeríamos por el precipicio leyendo, conformistas, el libro abierto de la autoprofecía cumplida.
Ante el anuncio de Coca-Cola hay que dar pasos que no se han realizado en actuaciones precedentes. El presidente del Principado tiene que abrir, ya, el diálogo con los responsables de la empresa; igualmente debe entrevistarse pronto con el comité de empresa de Asturbega, para que los directivos empresariales y la opinión pública sepan que Javier Fernández lidera la alternativa al cierre; esta misma semana debe solicitar una entrevista con Rajoy, o cuando menos, con el ministro de Industria, porque sin la implicación del Gobierno de España no se mantendrá abierta la embotelladora de Colloto. Simultáneamente, el presidente del Principado tiene que gestionar una reunión a cuatro bandas, con los presidentes autonómicos de Madrid, Valencia y Baleares, donde están las otras plantas incluidas en el plan de cierre. Ante una amenaza común, una respuesta conjunta.
GOTEO DE CIERRES
Puede que estas gestiones no estén en “el libro”, pero es inexcusable su realización. No se puede dejar pasar ni una semana más. Los trabajadores de Asturbega y la ciudadanía necesitan de una respuesta adecuada desde las instituciones. Los pasados días, la Junta General del Principado dio un pésimo ejemplo de laboriosidad, cuando el grupo mayoritario (PSOE) se resistía a convocar un pleno de la Cámara porque enero no es un mes hábil para el trabajo parlamentario ordinario. Los diputados forman el colectivo que tiene unas vacaciones de Navidad más largas.
La Junta General del Principado tiene que abrir un debate urgente sobre política industrial, que es algo más que reanimar a Sogepsa, en trance de asfixia por el suelo industrial que no puede deglutir. ¿Tenemos un sistema fiscal disuasorio para captar empresas? ¿El régimen de incentivos es el adecuado? ¿Es compatible el precio del suministro eléctrico con la permanencia en nuestra región de tres factorías que están entre las cinco de mayor consumo de energía de España? ¿Hay una relación fluida y constante entre el Principado y las grandes empresas industriales de la comunidad autónoma?
De poco importa que mejoren los datos sobre el empleo (EPA), si sigue el goteo de cierres de industrias emblemáticas.