Dentro del permanente –y fallido- debate sobre el sector público asturiano le tocó turno al Consejo Económico y Social (CES). En la comisión de Economía de la Junta General del Principado, Cuervas-Mons (PP) planteó la supresión del ente porque es muy caro a las arcas autonómicas y ya existe otro igual a escala nacional. UPyD está de acuerdo con la propuesta, pero discrepa en aspectos formales que espera mejorarlos por la vía de las enmiendas. Foro desea mantenerlo, pero aligerando su estructura para que no resulte tan costoso. La izquierda (PSOE e IU) rechazó la petición del diputado popular. En el Parlamento comparecieron instituciones y asociaciones que tienen presencia en el CES, como la Universidad de Oviedo o los sindicatos (UGT y CCOO), mostrándose todos ellos en contra de la supresión. No puede extrañar que estos últimos defiendan la permanencia del organismo, porque en Asturias todo el mundo se resiste a cerrar un tinglado en el que participa. ¿Por qué será?
En el debate se llegaron a invocar nobles ideales, como la libertad y la democracia, para justificar la permanencia del CES con su actual estructura. En las discusiones sobre el sector público se habla más de filosofía que de realidades concretas. El CES, como tantas otras cosas, no aporta un gramo a la libertad ni a la democracia, sino que constituye un ente que realiza estudios sobre asuntos de interés general. No hay que ponerse espléndidos ni para defenderlo ni para criticarlo. Tal como lo expuso Cuervas-Mons, lo que está en cuestión es la relación coste-beneficio. A la opinión pública no le llega con detalle lo que hacen los organismos del sector público regional, pero a falta de un conocimiento pormenorizado, lo que se sabe del CES es la realización de un par de informes anuales que no compensan los más de 800.000 euros que cuesta. Esos trabajos, por mucho menos dinero, estarían dispuestos a hacerlos empresas privadas. Una alternativa así nunca prosperaría dado que el Parlamento y el Gobierno regional sólo se fían de lo que haga un organismo público, porque piensan que hace valoraciones más objetivas, como si el variado grupo de personas que integran el CES no respondieran a ideologías concretas.
En el debate se invocó la participación social, como seña de identidad del CES; pues bien, si hay un ente que hizo nulos esfuerzos por conectar con la opinión pública asturiana, ese es el CES.