IU plantea aprobar en el actual periodo de sesiones los cambios que propuso sobre el estatus del presidente del Principado, consistentes en limitar a un máximo de dos legislaturas su tiempo de permanencia en el cargo y a reformar las condiciones de la investidura presidencial, abriendo la puerta a que los diputados que disientan del candidato puedan votar “no”, en vez de refugiarse en el voto en blanco.
La limitación de los mandatos es un asunto que introdujo en la agenda pública el sentimiento hostil de la ciudadanía hacia la clase política. En el año 2007, el paro empezó a aumentar y los cargos electos siguieron con el mismo “modus vivendi” y el mismo “modus operandi”, que se pueden resumir en un déficit de laboriosidad y unos emolumentos muy por encima de la media de sus propios votantes. En esa situación llevaban muchos años, pero cuando la tasa de paro era soportable se permitían las holguras de diputados, consejeros y presidentes. El recrudecimiento de la crisis económica y la salida a superficie de multitud de casos de corrupción puso a los políticos entre la espada y la pared, y empezaron las bajadas de sueldos, los debates sobre la reducción de escaños en los parlamentos, y ahora el recorte del estatus presidencial. En ese contexto se quiere imponer el techo de los dos mandatos, que van a tener que aprobar todos los grupos en la Junta General del Principado, forzados por las circunstancias. Desde una perspectiva objetiva se trata de un acierto, porque pone diques al poder personal y evita caer en hiperliderazgos, cimentados en las urnas, pero nocivos para el bien común. En el caso de que el presidente sea una calamidad, el mal tiene caducidad. Si es un gobernante brillante, se evita que su personalidad se mimetice con el cargo, y ponga toda su gran capacidad al servicio de un proyecto personal. En resumen, un acierto sin reservas de IU.
Que los diputados tengan menos libertad de voto en las sesiones de investidura que en el resto del mandato es una anomalía asturiana, que PSOE y PP permitieron durante las tres décadas de etapa autonómica. ¿Cómo no va a poder un diputado votar “no” al intento de un colega de escaño de convertirse en presidente de la comunidad autónoma? Se puede votar negativamente en contra de cualquier resolución parlamentaria, pero no contra la investidura de un nuevo presidente. Tiene razón IU: reformas antes del verano y bajo el formato de ley de presidente.