En Zaragoza se reunió el lobby de las regiones pobres que pretenden ser bien tratadas con el nuevo modelo de financiación autonómica dando más valor al envejecimiento de la población y su dispersión por el mapa. Esa argumentación aúna a Asturias, Galicia, Castilla y León, Castilla-La Mancha y Aragón. El consejero de la Presidencia asturiano, Guillermo Martínez, considera irrenunciable mantener el actual nivel de recursos por habitante, así que todo cambio de modelo será para mejor.
El envejecimiento de la población ya está ponderado en la actual financiación autonómica, aunque aún puede estar más primado. Es distinto el gasto sanitario en una población con el 23% de habitantes por encima de los 65 años, que en otra donde no supera el 18%. Ahora bien, la juventud también es causa de un aumento de gasto en el capítulo de la educación. Asturias es la región con el porcentaje más bajo de personas comprendidas entre los cero y los veintinueve años, lo que implica menos gasto escolar, universitario y formativo. Déficit y superávit se compensan. En cualquier caso, si contar con una población envejecida implica un gran consumo de recursos, mayor gasto supone tener una población que aumenta de habitantes, como ocurre con Madrid, Cataluña o Andalucía si se toma como base la población del año 2009, cuando se pactó el vigente sistema de financiación.
Todas las regiones pueden presentan rasgos específicos causantes de un mayor volumen de gasto, pero el dinero del Estado es limitado y tendrá que atender a una gran diversidad de necesidades. El cálculo de Guillermo Martínez -cualquier cambio del sistema implicará más recursos para Asturias- es utópico, porque en plena crisis económica la recaudación tributaria ha descendido y el dinero no se puede pintar. Si el futuro fuese tan optimista, no se entenderían las reservas del Principado a revisar el sistema de financiación territorial. Creo que la mejor baza de Asturias no está la orografía ni en la dispersa población –por cierto, cada año menos dispersa, con el éxodo de las alas al centro de la región- ni la media de edad elevada, sino en ir de la mano de Cospedal, Feijóo, y compañía. Compartir la misma problemática que influyentes barones (y baronesas) del PP es el verdadero argumento para impedir que suframos un descalabro con el nuevo modelo que estará diseñado, principalmente, para aplacar las ansias independentistas de los catalanes.