En la privatización de la empresa Sedes, el Gobierno ha puesto en marcha la “estrategia Cudillero”, que consiste en alterar las variables del problema para propiciar un embrollo jurídico que permita aplicar soluciones singulares de difícil tramitación en un contexto normalizado. Primero se diseña la solución y, luego, se crea el problema que permite aplicarla.
Tal como había anunciado el Principado, dentro de la reforma del sector público se puso en marcha la venta de las acciones de Sedes, una empresa lastrada por una deuda gigantesca, con escasa o nula demanda. En el pliego de las condiciones de venta se contemplaba el mantenimiento de la plantilla (59 puestos de trabajo). Hasta aquí todo normal. Se estableció un plazo de veinte días para presentar ofertas, sin explicar las razones de poner un plazo tan sumario, que condujo al resultado previsto: subasta desierta. A partir de aquí el Gobierno regional tendría dos opciones, abrir un plazo de tres meses y la primera empresa que presente una oferta que acepte el pliego de condiciones se convierte en propietaria de Sedes, u optar por realizar tres subastas seguidas. Todo eso en teoríam, pero el Gobierno alteró las variables del problema dando paso al embrollo necesario. De forma súbita, la Consejería de Hacienda presentó un expediente de regulación de empleo que supone el despido definitivo de 38 trabajadores, otros 6 quedan temporalmente fuera de la empresa y 15 mantienen su puesto de trabajo. A partir de aquí aplica un compás de espera para ver cómo se soluciona el ERE, y luego se decide si se prorroga la subasta inicial o se establece otro tipo de soluciones. El truco reside en que una vez despedida la mayor parte de la plantilla es imposible mantener las condiciones del pliego inicial, y el Gobierno sólo tendrá como salida la fijación de nuevas condiciones para la privatización.
En el Ayuntamiento de Cudillero, primero se llevó a cabo la dimisión de los concejales, y una vez que se hizo jurídicamente inviable el Pleno del Ayuntamiento, se constituyó la comisión gestora. En Sedes, se convocó una subasta exprés que quedó desierta; posteriormente, llegó la presentación de un ERE que cambia la realidad de la empresa, de modo que la subasta inicial no se podrá repetir. A partir de aquí, se establecerán las nuevas condiciones de adjudicación, con la plantilla aligerada y libertad para fijar las condiciones de la compra. Todo transparente.