Al finalizar el año 2013, la deuda del Principado superaba por primera vez la “barrera de los 3.000”, hasta alcanzar la cifra de 3.052 millones de euros. Es la única variable económica que sigue, inexorablemente, al alza, sin que cause inquietud al Gobierno regional. Aunque la cifra es muy elevada, el Principado se muestra tranquilo y orgulloso, porque es la cuarta comunidad autónoma con un endeudamiento más bajo, por detrás de Madrid, País Vasco y Canarias. La deuda asturiana representa el 14% del PIB regional, mientras que la media española está en el 20,2% del PIB de las comunidades autónomas. No hay problema.

Merece consideración el argumento del Ejecutivo, porque es importante tener una perspectiva global y ver cómo nos ubicamos en ella, pero la grave hipoteca que tienen casi todos los territorios a cuenta de su deuda no alivia nuestra carga. Más que compararse con los demás y sacar consecuencias, lo verdaderamente interesante es vernos en el espejo de nuestras cifras: 770 millones de deuda en el año 2008, 3.052 millones en el 2013. En cinco años multiplicamos por cuatro el endeudamiento. Una región atascada, sin crecimiento del PIB, multiplica por cuatro sus necesidades de financiación. Un modelo de desarrollo insostenible, que rebaja drásticamente la solvencia de Asturias en los mercados y conduce a medio plazo a una cura de desempalancamiento de la Administración.

En el caso de que no se actúe sobre el problema, la bola de nieve irá creciendo y llegará un momento en que las medidas a tomar serán traumáticas. Se habla del alto nivel de paro, del cumplimiento del techo de déficit público, de la baja inflación, pero la deuda no se hace el hueco que se merece en el debate político asturiano. Como otros están peor, nosotros tranquilos. Si preocupan los servicios públicos, hagamos lo imposible por frenar la escalada de endeudamiento.