Graciano Torre reconoció que el descenso del PIB (-2,1%) durante el pasado ejercicio es un mal dato. A la hora de buscar razones apuntó al conocido declive de la construcción, así como de la minería, y señaló que la industria aporta menos valor por la caída del precio de los metales, un indicador que viene marcado por la bolsa de los metales, ubicada en Londres. Según el consejero de Economía y Empleo, la exportación de los productos industriales se mantuvo en los parámetros conocidos, pero aunque se venda la misma mercancía en el extranjero, al bajar el precio de la tonelada, el resultado de la venta del producto es inferior. Graciano Torre considera que la política de Rajoy, concretada en los Presupuestos Generales del Estado, con un fuerte descenso en sus compromisos con Asturias, también contribuyó en la recesión regional. El consejero recuerda que del turismo de sol y playa, responsable del buen desenvolvimiento de la economía en Baleares y Canarias durante el año 2013, no se pueda beneficiar Asturias.
En las explicaciones dadas no hay ninguna afirmación que sea falsa. Tampoco hay consideraciones absurdas. Ahora bien, el consejero nos contó la mitad del problema, porque se calla el papel del Principado en la recesión de la región, que representa la otra mitad. Asturias pudo tener un mal año en el 2013, pero es extraño que sea la comunidad autónoma donde más se despeñó la producción de bienes y servicios. A cavar la fosa hasta llegar al -2,1% del PIB, cuando la media del descenso en España se situó en el -1,2%, contribuyó decisivamente la gestión presupuestaria del Principado orientada a no ejecutar inversiones, subir impuestos y congelar el gasto público. El presupuesto asturiano ronda el 20% del PIB de la región, y cuando una masa tan grande de recursos no se dedica a tirar de la actividad regional, sino que se opta por congelar las partidas para minimizar el déficit público siguiendo el mandato de Rajoy, el resultado final es que la economía asturiana se deprime.
El Gobierno asturiano no tiene la culpa de los males de la comunidad autónoma, porque la mayoría de ellos tienen raíces antiguas y, en cualquier caso, son muy anteriores a la investidura de Javier Fernández. Pero es responsable de no aplicar remedios a los problemas, con una actitud de brazos caídos, empequeñecido ante los grandes obstáculos que rodean a las instituciones asturianas. Ejecuten las inversiones y luego hablamos.