Arias Cañete será el cabeza de lista del PP en las elecciones europeas. Se cumplieron las previsiones. Tan amplia era la unanimidad de los pronósticos que nunca sonó ningún otro nombre para tan apetecible cargo. Rajoy optó por un hombre que cumple con todos los requisitos que le proporcionan sosiego. En primer lugar es un abogado del Estado, cumpliendo con el estereotipo profesional que le gusta a Rajoy para ocupar altas responsabilidades, aunque hace muchos años que trabaja en otras cosas. Por cierto, alguien tendrá que explicar algún día por qué a los abogados del Estado, tanto da que se trate de gente tan imprevisible como Mario Conde o tan previsibles como Soraya Sáenz de Santamaría, le tienen tan poco afecto a su profesión que ninguno llega a los 40 años defendiendo al Estado. Cañete tiene probada fidelidad al líder, como lo demostró al frente del comité electoral del partido. En Asturias dejó constancia al preferir a Espinosa, como candidata autonómica, en vez de Cascos. La decisión, obviamente, fue de Rajoy, pero Cañete no tuvo empacho en poner su firma debajo del nombre de Espinosa, que sacó el peor resultado del PP en unos comicios autonómicos. Para ser justos, recordemos que Mercedes Fernández, diez meses más tarde, también se quedaría en diez escaños. Última característica de Cañete es su conocimiento de idiomas, algo que Rajoy valora mucho porque sufre su carencia en todas las reuniones europeas. Esa es la razón por la que el presidente hace pocos pasillos y está siempre aplicadamente sentado en la mesa minutos antes de que empiecen las reuniones.
Rajoy tardó en hacer público su nombre porque tiene aversión por toda forma de anticipación. Para Rajoy siempre es demasiado pronto. En el caso de las elecciones europeas da igual cuándo se presenten los candidatos porque la gente no vota pensando en ellos, sino en los líderes nacionales. Elena Valenciano puede hacerse muchas fotos y visitar muchos sitios, que los socialistas recibirán los votos que merezca Rubalcaba y los que lleguen desencantados del PP. En el caso del PP ocurre lo mismo, lo único que se dirime en las urnas es el apoyo o rechazo al Gobierno de Rajoy, no los conocimientos europeos de un candidato que a la gente no le dice nada.
El mejor ejemplo de que las elecciones europeas no están en la mente de la gente es que hay más curiosidad por conocer el nombre del sustituto de Cañete en el Gobierno, que toda la lista europea del PP.