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Juan Neira

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CONTINUISMO Y ANONIMATO

La lista europea del PP se dio a conocer en dos tiempos, un día de gloria para Arias Cañete y otro para el pelotón de aspirantes. Las elecciones al Parlamento de Estrasburgo apenas guardan parentesco con los comicios domésticos (estatales, autonómicos, locales), al estar organizadas bajo la forma de circunscripciones nacionales que rompen cualquier vinculación entre electores y elegidos. Uno de los muchos equívocos que atraviesan estos comicios es que los candidatos hacen campaña en sus regiones de origen, cuando la inmensa mayoría de los votos provienen de otras comunidades autónomas. Si en los periodos de captación de voto la estrategia de los partidos pasa por publicitar los nombres y perfiles de los candidatos, haciéndoles viajar por toda la circunscripción electoral, en la cita europea se procede al revés: se recluye a los candidatos en su patria chica, para que no los conozca nadie fuera de su región de origen. El resultado final es que la gente sólo visualiza al cabeza de lista.

La lista del PP es continuista. En los puestos que garantizan el acceso al escaño apenas hay novedades, fuera de Arias Cañete, González Pons y Valcárcel. Rajoy no quiere sorpresas ni experimentos. Se especuló con que Ana Mato, Wert u algún otro ministro irían en la candidatura, pero eso supondría abrir una crisis de gobierno en toda regla, alternativa que no encaja con los deseos del líder. Si Cañete logra su objetivo de ser elegido como comisario, el jefe de la delegación española (no hay grupo parlamentario propio) será González Pons, un dirigente que en su día quedó descolgado del Gobierno de Rajoy.

Salvador Garriga, el eurodiputado asturiano del PP en las últimas legislaturas, va en el puesto veintidós, lejos de los puestos que dan acceso al escaño. ¿Está peor considerado Garriga entre la dirección nacional del partido? No lo creo. Las dificultades para renovar mandato parlamentario provienen de la pésima opinión que tienen en Génova de la organización asturiana del PP. A su juicio no nos merecemos tener un escaño en la UE. En más de tres décadas, sólo una vez dio la organización asturiana motivo de alegría a los mandamases de Madrid. Fue en 1995, cuando Sergio Marqués ganó las elecciones autonómicas y fue elegido presidente. El resto de la ejecutoria se puede resumir en una cadena de decepciones. Con el PP convertido en tercer partido de la región es difícil que tengamos una simbólica cuota europea.

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por JUAN NEIRA

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