En la encuesta sobre intención de voto que realiza, trimestralmente, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el PP vencería en unas hipotéticas elecciones generales por 5,7 puntos de diferencia sobre el PSOE. Los dos partidos se sitúan en el mínimo de la serie histórica, el partido de Rajoy a 12,5 puntos del resultado obtenido en las elecciones de 2011 y los socialistas casi seis puntos por debajo. El bipartidismo pierde cuota electoral por los dos flancos. Puestos a afinar, si nos fijamos en la variación correspondiente al primer trimestre del presente año, comprobamos que el PP pierde dos décimas y el PSOE se deja cuatro. Lo más curioso de la evolución del voto es que el mínimo histórico de PP y PSOE no se corresponde con el máximo de IU y UPyD. La formación de Cayo Lara tenía seis décimas más de expectativa de voto hace nueve meses que ahora. En cuanto al partido de Rosa Díez, en el pasado mes de enero lograba tres décimas más que en la actualidad.
El cansancio, el desapego y la decepción con los dos grandes partidos es una constante en todos los sondeos. El liderazgo de Rubalcaba, tan identificado con los dos mandatos de Zapatero, impide al PSOE beneficiarse de la desafección al Gobierno del PP. El bipartidismo se basaba en turnarse en el poder, de forma que el desgaste de gobernar sirviera de llave para que accediera al poder el partido que lideraba la oposición. Ese mecanismo se ha saturado y el sistema bipartidista tiende a la entropía. Llegados a este punto hay que advertir que hay otro modelo de bipartidismo, el que se desarrolla en Asturias desde hace mucho tiempo, donde el poder no se disfruta por turnos, sino que se basa en el reparto de papeles: a los socialistas les toca gobernar y al PP darles cobertura desde la oposición. Ya lo hemos visto hace unos días, con el acuerdo entre Javier Fernández y Mercedes Fernández sobre las leyes de crédito debatidas en la Cámara. Un bipartidismo atípico, basado en una gran alianza de intereses.
La debacle de los dos grandes no provoca un vuelco radical en la composición del Parlamento, porque IU, tercer partido, se queda en el 10,9% de intención de voto. Un porcentaje casi idéntico al que obtuvo el Partido Comunista en las elecciones del 1 de marzo de 1979 (10,77% de votos), que le otorgó 23 escaños. UPyD obtiene el 8,9%. Es probable que entre los dos grupos logren alrededor de 40 escaños, lo que abriría un escenario de bipartidismo atenuado.