La Mesa de la Junta General del Principado, leído el informe del letrado mayor de la Cámara, inició los trámites para expulsar a Ángel González del Parlamento. En opinión de los servicios jurídicos de la Junta, es incompatible estar inhabilitado por siete años para desempeñar cargo público con la permanencia en el escaño. En el dictamen se aclara que no hay que esperar a que se agoten los recursos judiciales contra la sentencia para retirarle el acta de diputado.

Funciona mejor la maquinaria burocrática del Parlamento asturiano que la jerarquía interna de IU. Para la dirección del partido tiene que resultar muy incómodo que la resistencia de su portavoz a abandonar la institución se haya solventado a través de los órganos de la Junta, habiendo resultado baldío el esfuerzo de críticos y oficialistas para resolver el problema. La ciudadanía tomó nota del asunto y la imagen de IU ha quedado erosionada. No pueden alegar que la respuesta de Ángel González les cogió por sorpresa, porque el conflicto se veía venir dadas las declaraciones del portavoz en los últimos meses. Y la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA) también era previsible. En vez de afrontar la cuestión, con tiempo por delante, esperaron a que se hiciera pública la sentencia, para organizar aprisa y corriendo un par de reuniones que no sirvieron para nada. En un partido sólido, el portavoz renuncia al escaño antes de iniciarse el juicio oral y pasa a ocupar una función destacada dentro de la organización. Los dirigentes, cada vez que tienen que referirse al proceso judicial, defienden al diputado encausado y critican que sea penalizado por una forma de proceder extendida en todas las administraciones. Nada de eso se ha hecho. A lo sumo que han llegado los conmilitones de Ángel González fue a reconocer que no había robado. Ahora les queda sufrir las consecuencias.

El mal ya está hecho, con el agravante de producirse a unos días de los comicios europeos. Resta ahora por ver la influencia que tendrá en la dinámica interna de IU, un partido que vive en una permanente tensión interna, con una forma muy excluyente de vivir el juego de mayorías y minorías que se da en todas las organizaciones. Deberían hacer un gesto de unidad y dar apariencia de normalidad, después de unos días de estrés y amenazas, que han sido zanjados a través de la diligente Administración del Principado.